Rocío, recurso pastoral

Las parroquias no se llenan los domingos, las vocaciones han disminuido considerablemente de unos años a esta parte, las expresiones de fe son prácticamente inapreciables en nuestra sociedad, etc. , sin embargo, el número de devotos de la Virgen del Rocío aumenta con el paso del tiempo.

Algunos inconvenientes, como la masificación en la procesión de la Patrona de Almonte que impide que ésta se desarrolle como su pueblo quisiera o la excesiva y, en muchos casos, deformada publicidad de los acontecimientos más frívolos, hacen que algunos rocieros deseen en algunos momentos, tal vez de manera egoísta, que se reduzca el número de personas que dicen llamarse rocieros.

Por otra parte, son numerosos los casos en los que una persona, atraída por la superficialidad de la fiesta, el cante y el baile, ha encontrado en la Virgen del Rocío, la mejor instructora de la fe católica. En esta función evangelizadora que desde siempre se ha otorgado a María Santísima, desempeñan una labor muy importante cada una de las hermandades y asociaciones que tienen a la Virgen del Rocío como titular, alentando las celebraciones Eucarísticas en sus sedes, formando a los hermanos, exhortando a la oración, etc.

La romería en sí, puede ser una provechosa catequesis a través de la que se puede obtener unos valiosos beneficios espirituales. Muchos han aprendido a rezar la Salve en la aldea, han conocido el significado de la palabra “Pentecostés” o han rezado un rosario gracias a esta devoción mariana que ya se extiende fuera de nuestras fronteras.

El Rocío enseña, entre otras muchas cosas, que la alabanza que ha de decirse con más fuerza a la Virgen es la de “Viva la Madre de Dios” haciendo hincapié, de esta forma, en la supremacía del Pastorcito Divino, al que se debe amar sobre todas las cosas; a través de tradiciones de siglos, se anima a honrar a los mayores; se impone el compartir antes que cualquier forma de egoísmo; mediante duras promesas, se pone de manifiesto el “no tomarás el nombre de Dios en vano”; se muestra que aunque a veces, los caminos sean duros, al final siempre está el encuentro con Él.

De este modo, las aglomeraciones y los engañosos reclamos para asistir a la romería almonteña, habrán merecido la pena con uno solo que, a través de la imagen de Nuestra Señora del Rocío llegue a su Hijo, el Pastorcito Divino. ¡Bendito sea Dios si los que estaban en tinieblas han encontrado la luz entre las paredes de esa ermita blanca!