Difundir la noticia

Artículo del Sacerdote Jesuita J. Ruiz para Periódico Digital Rociero.

Difundir la noticia de que Jesús “está en casa” debería ser una tarea de todos, como nos dice el Evangelio cuando nos habla de aquella vuelta de Jesús a Cafarnaún, vuelta que enseguida se difundió como una gran noticia.

Continúa ese Evangelio diciéndonos que fue muchísima gente a verlo, que no cabía gente ni dentro ni fuera de la casa y que Él seguía divulgando su mensaje.

Entre toda esa multitud aparecen cuatro hombres que le llevan a un paralítico y buscaron todas las mañas posibles para acercárselo pero no había forma, por eso hicieron un agujero en el techo de la casa y con unas cuerdas atadas a la camilla el paralítico lo hicieron descender.

La Fe conmueve de inmediato el corazón de Jesús y al ver al paralítico lo quiso sanar primero por dentro: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. ¡Menudo atrevimiento el de Jesús que adivinó el pensamiento de los escribas! Y entonces también quiso sanar al paralítico por fuera, físicamente y le dijo: “Yo te lo mando: levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa”.

Cuánta simbología, cuánto paralelismo podríamos aplicar al Rocío: la multitud, gente que parece que no va a caber dentro de la Ermita y fuera de Ella, enfermos que son ayudados para que la Virgen los vea, y son levantados en alto en sus sillas de ruedas para que los vea su Hijo Jesús, Pastorcito Divino… ¡Y la sanación! Porque en el Rocío también se ven sanaciones interiores, cuando hombres y mujeres se acercan a los confesionarios para dejar sus parálisis internas, las de las faltas cometidas y el Señor, a través del Sacerdote les dice: “yo te absuelvo de tus pecados. Te he perdonado”. Si las personas comprendieran que muchas veces el cambio interior también es propicio para cambios exteriores tendríamos más salud y estaríamos más sanos.

Qué hermoso éste Evangelio al que hago referencia y que nos viene como anillo al dedo para comprender esa cita del profeta Isaías cuando nos dice: “No se acuerden de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas; yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta?”.

Tal vez estemos así la mayor parte del tiempo, exigiendo y pidiendo, pero sin darnos cuenta todavía de cuántas cosas nuevas quiere hacer el Señor en nosotros.

Pidámosle hoy que nos haga abandonar la mediocridad, que no le digamos “hoy sí y mañana no”, que encontremos felicidad compartiendo con los demás nuestro tiempo, nuestra escucha, nuestra ayuda… De este modo, el Señor volverá a casa igual que volvió a Cafarnaún y cuanto más intimemos con Él más necesidad tendremos de difundir la noticia.