Promesas y milagros

Le he pedido a la Virgen del Rocío y me lo ha concedido siempre. Le he dado las gracias, pero nunca he llegado a cumplir la promesa que le decía que iba a realizar.

En el año 2012 le pedí un gran favor, me puse en sus manos, y como siempre Ella no me falló, pero yo si le fallé.

Era el año del traslado. Mi mujer entró en una depresión. Fuimos a verla en la procesión de Reina por Almonte, y la vimos pero siempre de espaldas o ladeada, nunca de frente, como si no nos quisiera mirar. En mi devoción le pedía que mirara a mi esposa para que se curara… Pero como si no me escuchara.

Fuimos a acompañarla de Almonte al Rocío, he aquí que cuando llegamos a Almonte, por una circunstancias u otras, no pudimos verle el rostro, ya se lo habían velado con el pañito. Cuando llegamos al Rocío, después de ir todo el camino junta a Ella, y cuando las camaristas le iban a descubrir el rostro, mi esposa se siente indispuesta y nos tenemos que ir.

Llega la Romería, mi esposa sigue con la maldita depresión, un día mejor otro peor, pero fue una romería que mejor olvidar. Siempre que me dirigía a verla en su ermita había algo que me lo impedía. Cuando se acercaba la hora de verla pasar por la puerta de mi hermandad, una discusión con mi mujer debido a la enfermedad que tenía, me impide ir a verla ni pasar por mi casa hermandad ni por el Rocío. Ese lunes nos volvimos a media tarde para el pueblo, sin despedirme de Ella.

Después de la romería fui muchas veces al Rocío para darles gracias y pedirle por la recuperación de mi esposa.

Ese mismo año, Bicentenario del Rocío Chico, no sé cómo ni por qué, decidimos pasarlo en el Rocío, en la misma casa que la Romería y con las gentes de mi reunión. Vivimos un Rocío Chico que para mí y mi esposa fue un Rocío Grande, y ahora sí la vimos pasar por mi casa hermandad como todos los años, los dos juntos.

Esa fue mi promesa, que no pude cumplir pero Ella la puso en el camino para que la cumpliera, un año sin verle la cara, sin ver su mirada. Porque cada vez que la miraba parecía que me volvía la mirada, estaba enfadada conmigo.

Ahora lo digo a voces, GRACIAS MADRE, GRACIAS ROCÍO, siempre te daré gracias por todo. Y nunca sabré cómo agradecerte todo lo que me has dado.

Manuel Anguas