El Rocío: Amar, caminar y servir

“Mamen, a nuestro periódico digital rociero le gustaría muchísimo tener un artículo tuyo, evidentemente tiene que ser tema rociero”. (Whatsapp recibido de la redacción de dicho periódico). Temblores de piernas, sudores, taquicardia y muchos más síntomas de nerviosismo corren por mi cuerpo cuando leo esto.

Escribir yo, si en mi vida he hecho algo así y menos algo relacionado con Ella, con Rocío, la Señora, la Madre, la Confidente…Gran dilema.

Mientras escribo estas líneas pienso en Ella para que dirija mi escritura y pueda haceros llegar lo que realmente es para mí.

Rocío es servicio a los demás, compañerismo en un dispositivo de Plan Romero entre todas las Fuerzas de Seguridad del Estado.
Rocío es un Ángelus, una Eucaristía, un Rosario en medio del Coto de Doñana, un Rengue con los hermanos de mi Hermandad de Sanlúcar de Barrameda.
Rocío es un saludo, un beso, un abrazo a las Hermandades de Cádiz que hacen su peregrinar por Doñana.
Rocío es compartir camino de servicio, procesión de la Virgen, vivencias en la Aldea almonteña con mi hermano Julio, con mis hermanos de la Hermandad de Cádiz, con los de mi Hermandad de Puerto Real.
Rocío es una visita al sagrario con tan solo pisar la Ermita y, posteriormente, un gran rato de oración delante de Ella.
Rocío es el rezo del Rosario, el de un Ángelus un día cualquiera con mi amigo Manolo Galán, grandes ratos de conversaciones con mi hermana monjita descalza María Teresa, Domingos de Pentecostés con mis amigos sacerdotes que aman tanto a la Virgen…
Así, un sinfín de vivencias que para mí es Rocío.

Y no puedo eludir nombrar y dar las gracias a quien me transmitió tanta devoción por la Señora. Gracias a mi prima Malole Sánchez Zambrano, hermana de la Hermandad de Cádiz y rociera por los “cuatro costados”. Estoy absolutamente segura de que se halla en las marismas eternas junto a Ella, observándome y guiándome para que no deje de quererla como ella la quiere.

¡Viva la Virgen del Rocío!
¡Viva el Pastorcito Divino!
¡Viva la Madre de Dios!

María del Carmen Rodríguez Cedillo.
Sanlúcar de Barrameda