Tiempos difíciles, tiempos de Esperanza

Artículo del Sacerdote José Tomás Montes Álvarez para Periódico Digital Rociero.

Cuando la Palabra de Dios tiene tintes apocalípticos significa que nos hablan del final de los tiempos.

Los discípulos o acompañantes de Jesús, al pasar por el Templo de Jerusalén, exaltaron su belleza; el Señor en ese momento entrevé la destrucción del Templo y la caída de Jerusalén, pero también nos recuerda por unos momentos el fin del mundo. Y nos da unos signos que nos anuncia que ese final de los tiempos está cerca: guerras, terremotos, epidemias,…

“Maestro, ¿cuándo va a ser eso?”, esa fue la pregunta de los Apóstoles y puede ser la misma que nosotros podemos hacernos al contemplar como en nuestro mundo, estamos viendo guerras, grandes atentados terroristas, destructores terremotos, epidemias,… puede parecernos el final del mundo, y hay muchas personas que ya nos lo predicen; pero Cristo nos previene que no podemos seguir a falsos profetas, que usurpando su nombre, llegarán a nosotros diciendo: “Yo soy” en estos momentos difíciles.

El Señor nos invita a vivir con esperanza. Nuestra respuesta en estos momentos de crisis económica y moral, no debe ser negar las catástrofes, como si no pasara nada, sino que debemos de vivir con fidelidad la doctrina de Cristo, con la honradez de nuestro comportamiento, y todo ello nos debe procurar la paz interior que necesitamos.

Olvidémonos de predicciones apocalípticas. No nos debemos entretener en observar si los conflictos que describe el Señor ocurren ya hoy en día. Por desgracia se repiten con frecuencia, pero debemos de mantener nuestra Fe y Esperanza, para poder afrontarnos al mundo con generosidad y alegría.

Por eso no podemos dejar para otro momento el proponernos una determinación de cambio, de mejora, de conversión… Y nuestra esperanza debe estar abierta a su venida.

Que la Santísima Virgen del Rocío, nuestra Madre y Señora, nos haga vivir nuestra vida, con sencillez y con esperanza. Sencillez para darnos cuenta que no podemos pensar tantos en las grandes catástrofes y conflictos mundiales, sino intentar mejorar y poner paz en nuestros pequeños roces con los demás, en intentar hacer visible el amor al prójimo, y en vivir mejor los valores evangélicos. Y también vivir con esperanza, sabiendo que por encima de nuestras miserias y dificultades, gracias a la ayuda e intercesión de la Santísima Virgen del Rocío, nuestra vida puede cambiar.

Feliz día del Señor.