Del fanatismo a llevarla muy adentro

Con todos mis respetos, yo pensaba que los rocieros eran fanáticos, y me asustaba creer en ello. Pero un día, casualidades de la vida, me tocó ir al Rocío, para hacerle un favor a una persona que no tenía medios para ir, y que me rogó que la llevara porque tenía que cumplir una promesa.

¡Otra fanática!, pensaba yo. La llevé por no parecer un saborío y porque en verdad yo sabía que si yo no la llevaba tendría complicado el ir.

Y el domingo de aquella semana la llevé.

Mi intención fue dejarla en algún sitio en el que después pudiera recogerla, cuando ella acabara sus rezos. Pero ella me dijo que por favor la acompañara, todavía llevaba muletas para caminar y aunque ya lo hacía bastante bien, en la arena se sentía insegura.

La acompañé hasta la puerta y una vez allí, dije "como no hay mucha gente, voy a entrar". Esta persona lloraba y más intentaba consolarla y más lloraba y todavía no había llegado al altar, y por fin llegamos. Yo me quedé en silencio, me había quedado sin palabras, y también lloraba como ella. Os parecerá mentira que en unos segundos solamente se pueda cambiar de opinión, pero cuando salí me dolía en el alma irme, y de vuelta a mi casa pensaba en cuándo volver. Y yo decía... ¿es esto ser fanático? Porque entonces yo acabo de volverme uno de ellos.

Después cuando me acordaba pensaba si habría sido un sueño todo lo que yo había sentido. Pero ha pasado el tiempo y aquí estoy, soñando con Ella todavía.