Contando días y soñando el mismo momento

Un sueño es mucho no es nada en comparación con toda la vida que la Virgen lleva queriéndonos.

Un sueño pasa lento o pasa rápido, pero lo que va a darle sentido al mismo es cómo vivimos nosotros ese sueño, siempre pensando en el mismo lugar, en una imagen, en una ermita, en nuestra Madre…

Un sueño llega de golpe o llega lentamente y así alimentamos la espera hasta el lunes de pentecostés, contando los días, soñando con la Virgen.

Cada día es una ocasión para rezarle a Ella, para darle las gracias, y cada vez que contamos y soñamos, también es una ocasión para llenarnos de paz esa espera hasta su encuentro.

Pasan los días y los nervios crecen, pero porque sabemos la paz que habrá al final de nuestra cuenta.

Y conforme llevamos los días contados, ahí está la Virgen en nuestra cabeza, en nuestro corazón, en nuestra vida y volando alrededor nuestra para que no nos olvidemos de Ella y así va a ser, si Dios quiere, que sigamos soñando con verla cada día.