Un Rocío de obras

Nos dice el apóstol Santiago en su Epístola que “la fe, si no tiene obras está realmente muerta”.

Para el que no conoce El Rocío, sabe de la romería por las imágenes que retransmite la televisión: los caminos que llevan hacia Ella, el salto de la reja, la procesión de la patrona almonteña, días y noches interminables de cante y baile, etc.

Sin embargo, poco se conoce de las obras que brotan en el seno de las Hermandades, que caminan todos los días del año intentando dar gloria al Pastorcito Divino y a su Madre, en sus lugares de origen.

De entre las muchas funciones que desempeña una hermandad rociera, yo destacaría tres: la evangelizadora, la formativa y la caritativa. Éstas, lamentablemente, no son protagonistas de los medios de comunicación, salvo contadas excepciones que también las hay.

En cuanto a la función evangelizadora, considero que todos los rocieros estamos llamados a ser transmisores del Evangelio, más aún cuando la romería almonteña se celebra en Pentecostés. En cualquier rincón donde se nombre a la Virgen del Rocío, sería necesario, por compromiso cristiano, que hubiera actos cuyo eje fuera la Palabra de Dios. Muchas hermandades celebran eventos en los que se lee el Evangelio, todas celebran la Eucarístia al menos una vez al mes, se reza el santísimo rosario, etc.

Respecto a la formativa, hay hermandades que organizan charlas, conferencias,…que tan importantes son en nuestra vida como cristianos, algo que no puede ir separado de nuestra condición de rocieros y además dan a conocer al devoción por la Virgen, en su advocación del Rocío eliminando en muchas ocasiones los prejuicios de muchos.

Y por último, y no por ello menos importante, la función caritativa. Cada una de las Hermandades rocieras tiene una bolsa de caridad con la que propagan el espíritu rociero en forma de ayuda al más necesitado, bien cooperando con alguna organización social estatal o de la zona, o bien, actuando de motu propio.

Participando activamente en este tipo de actos haremos que nuestra fe rociera esté viva y no muera por la falta de obras. No deberíamos limitar nuestra sentir rociero a, únicamente, los días de la romería porque la devoción a la Madre de Dios, sea en la advocación que sea, lleva implícito un compromiso con su Hijo. La Hermandad Matriz es referente para todas las demás, filiales o no filiales, en este aspecto y como siempre, es de agradecer su buen hacer.

Nunca es bueno generalizar pero ¿estamos los rocieros suficientemente comprometidos con estas obras que mantienen viva nuestra fe a la Blanca Paloma?