Esas cosas que no entiendo

En diciembre del pasado año 2011 pasé un fin de semana estupendo en el Rocío.

Me apetecía pasar el día allí, con la Virgen y con unos amigos que vinieron desde Teruel y que hacía tiempo que no venían por la Aldea.

Había mucha gente acompañando a las Hermandades que estaban por allí y espero que me disculpen los que no estarán de acuerdo con lo que voy a decir, porque es una opinión totalmente personal que he visto apropiada como tema del artículo que se me ha pedido en este Periódico Digital Rociero, pero cada vez me gustan menos esos sombreros con plumas y esas poses de muchos que parece que van a exhibirse y a lucir modelitos, aunque no sean de flamencas, cuando van al Rocío.

Comprendo que las modas van y vienen, pero creo a mi entender que lo mismo que se prohíbe entrar en la Ermita con un bañador o un pantalón corto, también se deberían de prohibir esos sombreros y esos pantalones o faldas más propios para un coto de caza, que parece que en cualquier momento fueran a sacar la escopeta y a rellenarlas de cartuchos, que para estar delante de la Virgen.

¿Quién pondría esa moda? No tengo idea, unos culpan a los de Madrid y más para allá de Madrid, como solemos decir por aquí: “de los de por ahí arriba” y lo que me da coraje es que los “de por aquí abajo” terminemos copiando cuando son los que vienen los que tienen que irse haciendo a nuestra forma y costumbres.

Lo digo porque eso no se había visto nunca y de unos años a acá se han multiplicado más que las tiendas de los chinos.

Esta es la parte que no entiendo, las cosillas que no me gustan, pero lo que sí me gusta a mí es lo bonita que estaba la Virgen, la cantidad de gente que había y que la miraban como la podía mirar yo, rezándole allí en su bendita reja.

Hizo un fin de semana muy bueno, el tiempo acompañó y a pesar del frío el corazón entró en calor cuando vimos a la Señora.