Nadie pudo imaginar

La realidad, como yo la pienso, es que nadie pudo imaginar ni siquiera las benditas manos que la tallaran y crearan tal belleza sin igual, ni esos arcángeles que la bajaran desde los mismos cielos, ni aquel humilde cazador que la encontrara entre esos matorrales, ni siquiera aquellos perros que con sus ladridos anunciaron la llegada de la Virgen. Nadie, nadie podía imaginar que Nuestra Señora de la Rocina, nuestra Virgen del Rocío, se convertiría en la mayor devoción mariana no solo de Andalucía sino de España entera, siendo la intercesora de millones de personas que nos postramos a sus pies, pidiéndole su maternal protección e intercesión ante su bendito Hijo, nuestro Dios Verdadero.

Estos días atrás, hemos podido ver una manifestación de fe sin precedentes. Todo un pueblo caminando, toda una legión mariana caminando, sin cante y baile, solo con el silencio y la noche por testigos siguiendo y acompañando a una madre.

A una mujer que se fió de Dios cuando recibió el saludo del ángel, una mujer creyente que fue conservando y meditando en su corazón todo el misterio de su hijo Jesús, una mujer que supo mantener la firmeza de su fe en los momentos duros y amargos del calvario, una mujer que fue ejemplo de espera y confianza en la resurrección, y esa mujer tiene nombre, Ella es María, nuestra Señora del Rocío, nuestra Madre, que cuida con verdadero amor maternal a todos sus hijos de la iglesia, a todos los rocieros.

Estamos en un momento, socialmente hablando, en el que todo apunta a una pérdida de valores , a una pérdida de fe, y sinceramente cuando vives lo que pudimos contemplar el pasado 19 de agosto de 2019, nada de eso hace presagiar un fin fatal.

Cuando ves la caridad de las personas, ves la humildad de un pueblo, ves el amor incondicional a una madre, cuando ves todo eso y más, te das cuenta que todo va encaminado a acercarse más a Dios. Estoy convencido que ella, María, ha encontrado esta manera de acercarnos más a su hijo Jesucristo.

Ella solo busca nuestra fidelidad, con y para su hijo de la misma forma que ella le fue fiel.
Por eso ella se pone delante de nosotros y nos guía, y nos dirige, y nos lleva de la mano hasta ese Pastor Divino que será el que nos salve al final de nuestro camino.

Por eso, cuando muchos hablan del Rocío como una manifestación vacía en la que solo se llena de lo puramente material y artificial, refiriéndose a la parte festiva. Yo les invitaría a poner sus ojos en los ojos de María, la Virgen del Rocío.

Y que sea ella la que con su mirada tierna, con su mirada mansa, con su mirada sencilla y con su mirada baja, les diga en el corazón lo que verdaderamente significa para un cristiano el camino del Rocío, que no es otra cosa que el camino que nos lleva al señor por medio de su santísima Madre la Virgen María y los rocieros entendemos mejor que nadie que ese encuentro con el señor no puede ser un encuentro lleno de tristeza sino todo lo contrario debe ser un encuentro donde abunde la alegría, esa alegría rociera que desprendemos en cada paso por las arenas, en cada camino, en cada Casa de Hermandad.

Por todo esto, los rocieros tenemos que seguir así, dando testimonio vivo de nuestra fe cristiana, siendo espejos para aquel que está alejado, sin rumbo en su vida. Ayudando y estando al lado del necesitado, del anciano, del enfermo.
Y solo con nuestro testimonio y nuestra forma de vivir, el mundo comprenderá que como bien dijo el Santo Papa Juan Pablo II “Que todo el mundo sea Rociero”.
Él supo comprender que nuestro amor a la Madre de Dios va mucho más allá, que el cante, el baile, la fiesta o la romería. Ser rociero es ser Cristiano todo el año.

Que así sea por los siglos de los siglos.

Eduardo Ayala Valenzuela
Hermano Mayor de Ceuta