Lo que nos queda por vivir

“…viva el tiempo que pasó / y el que aún no ha sucedido / vivan los que vienen siempre / y los que nunca han venido…” (Rafa Glez. Serna).

Cuando aún conservamos en nuestra retina imágenes históricas de los Actos Extraordinarios por el Centenario de la Coronación de la Virgen del Rocío y los de la pasada Romería de Pentecostés, nos encontramos a las puertas de un Traslado a su pueblo de Almonte y el comienzo de un nuevo Año Jubilar Rociero.

Escuché una vez decir que si el Rocío no existiera, habría que inventarlo. Piénsenlo bien, es verdad. Todo lo que rodea al Rocío tiene un valor enorme desde el punto de vista de las relaciones humanas. Pero, como valor supremo, la devoción rociera se fundamenta en una sola palabra: fe. Todo lo demás es sobrevenido.

Cuando la fe en la Blanca Paloma se vive de lleno, te hermana con quien tienes a tu vera, que puede sea un completo desconocido para ti, ya sea en un camino entre nubes de polvo o bajo la lluvia, o junto a un Simpecado, rezando o cantando, o en la emoción que provocan unos vivas, al encender unas velas de promesa, al entonar una Salve…siempre hay alguien junto a ti sintiendo lo mismo que tú.

En la ermita, agarrado a la reja ves otras manos junto a las tuyas y hay otros corazones a tu lado que también le piden o le dan gracias, sin dejar de mirar sus ojos. Porque la fe en Ella nos une y nos hace mejores personas. Esa es la grandeza de ser rociero.

Caminar con María hacia Cristo es el lema de este Tiempo Jubilar que vamos a vivir, acertado consejo espiritual que nos lleva, desde la fe, a acoger e integrar en el sentir rociero al mero espectador que vendrá equivocado si busca otra cosa. Pensar en quienes te rodean y, sobre todo en quienes no están, cuando la tengas frente a ti, dando gracias por ello, sería la forma más sencilla, auténtica y certera de acudir al verdadero encuentro con Cristo, empezando por el hermano, ese desconocido que va a estar a tu lado viviendo momentos únicos y compartiendo contigo un mismo latir y sentir en la devoción a Su Bendita Madre, Reina del Rocío.

“…y que Ella, como una madre buena / siempre te ofrezca su amor / en las alegrías, en las penas / siempre con las manos llenas / esas manos benditas / que “na” más entrar en la ermita / saben lo que tú necesitas / ¡porque son las que sostienen a Dios!”

Ramón Franco Sánchez

Hermano de la Hdad. del Rocío de Chucena