Nervios por su llegada

El lugar privilegiado donde se encuentra situada la casa de Hermandad del Rocío de Moguer, y la llegada de la Virgen ante su Simpecado, hace que todo sea muy especial.

La de Moguer es la penúltima Hermandad a la que visita la Virgen del Rocío en su procesión. Antes de llegar a las puertas de esta bendita casa, la Virgen llega con más de cien Salves en su corazón, pero los moguereños rezamos nuestra Salve como si fuera la única.

Lo que sentimos cuando se acerca ese momento no se puede explicar. Por más que se intenta mantener la calma, los nervios están presentes en todos, y aunque nos tranquilizamos unos a otros, al final el corazón puede más que la cabeza y nos late a mil por hora cuando vemos que la Virgen coge la esquinita de la calle Almonte para atravesar la calle Moguer hasta nuestra puerta.

En esa puerta se han vivido muchos momentos. Los siglos que tiene la Hermandad han hecho posible que sean muchos los hermanos que sean testigos de la llegada de la Virgen, y del fuerte amor que Moguer le tiene. Las fotos antiguas nos muestran caras de otras épocas, las nuevas nos muestran a gente de ahora, pero el sentimiento de un tiempo y otro es el cariño que los rocieros moguereños le vienen profesando a la Santísima Virgen.

Suele venir hasta nuestras puertas momentos antes de visitar a la Hermandad Matriz, cuando viene de regreso de su procesión, y tenemos la suerte de verla pasar dos veces por delante de nosotros. La primera, le rezamos la Salve, la segunda la vemos acercarse hasta su ermita; dos momentos que llenamos de vivas y lágrimas de emoción, rogándole poder estar allí por mucho tiempo.

Le doy gracias por poderla ver cada año, y le pido que así continúe por muchos años más, aunque los nervios están siempre a flor de piel cuando la recibimos.