El camino de Almonte, mi camino

Hay varios caminos que nos llevan hasta la Virgen y no he podido resistirme a compartir con vosotros cómo es el camino de Almonte, mi camino.

Mucho se habla de que no llevamos carreta, o de que no hacemos noche, una vez más repetiré que eso es lo de menos, porque lo importante es la llegada a la Ermita.

Y esa es impresionante... Pero el día mágico comienza con la Misa de romeros en el Alto del Molinillo, lugar emblemático.

Esa mañana Almonte suena distinto, huele distinto, siente distinto. En el ambiente se nota que ya es Rocío. Desde temprano se oyen cascos de caballo golpeando el suelo de las calles, un sonido que nos hace saltar de la cama y que nos acerca a Ella. Después, la Misa de romeros, corta pero muy sentida. A continuación comienza el ansiado "recorrido" que es el desfile que hace todo el cortejo de la hermandad, miles de caballos acompañan al Simpecado por las calles almonteñas.

Al medio día, la comitiva emprende el camino... Sale la hermandad y, poco a poco, le van alcanzando el resto de romeros almonteños.

Las paradas son lugares para el encuentro, la amistad, el compartir... Y así nos vamos acercando a una de las paradas más especiales. Se trata de la visita del Simpecado al Hogar PASTORCITO DEL ROCÍO, un hogar para minusválidos que está en la carretera entre Almonte y el Rocío. Es un momento de encuentro con el Rocío verdadero. En el rostro de aquellos niños que llevan flores a la Virgen, se contempla realmente el rostro del Pastorcito.

Después de ese ansiado encuentro, continuamos en camino, entre cantes, oraciones y hermandad.

Cada paso que damos es uno menos que nos queda para verla a Ella. El paso por las "parcelas" es otro momento mágico, en todas las cabezas ronda el recuerdo de esa noche de agosto... La noche de nuestros sueños, cuando Ella de Pastora viaja para su pueblo.

Cuando se va divisando la "caseta de la luz" un latido diferente resuena en nuestros corazones, allí se para la hermandad, se reparten varas y estandartes y se prepara la fila para el desfile de entrada en la Aldea...

La llegada a la ermita no la voy a describir, porque creo que cada persona la vive de una forma diferente, y también, cada año, nos hace vivirla de forma distinta, sólo me voy a quedar con un sonido, la de la voz almonteña, que al unísono y al compás de las palmas grita “¡COMO LOS ALMONTEÑOS, PALOMA ¡¡NO HAY QUIEN TE LLEVE!”