Velas desplegadas del sentir rociero

Hoy mis sueños navegan a un lugar distinto, desplegando al cielo las velas del sentir rociero.

Lentamente se acerca a cada puerto y cada pueblo. Y mientras acaricia con dulzura la brisa marismeña se vuelve a sumergir en este maravilloso mundo llamado Rocío.

En su peregrinación surcará dunas y ríos. En cada parada será fiel testigo de los solemnes cultos que se celebrarán en tu honor.

Las Sabatinas de cada Hermandad, esas que abrigan al corazón y mantienen la llama de la fe y la devoción eternamente encendida frente al duro invierno, donde la distancia reina en tonos grises, darán paso al tan esperado Triduo. Momento de preparación del alma, momento de recogimiento en Hermandad.

Seguro que en esos momentos, también habrá cientos de pregoneros bordando palabras de Amor que enaltezcan tu nombre, en cada frase y en cada entonación se podrá respirar Rocío. Ellos son los elegidos para transportarnos una vez más, salvando la distancia, hasta tu Ermita.

Los nervios están a flor de piel, los sentimientos se respiran en el ambiente. Ya huele a Rocío en cada corazón herido por la distancia, ya queda menos para curar nuestras heridas bajo el manto de tus bendiciones.

Ya no hay dolor ni penas, en el alma sólo queda el recuerdo de un año de espera, una espera tranquila y sosegada donde los nervios se guardan en el viejo arca de los sentimientos.

Y como los sueños, sueños son, mis palabras comienzan a desvanecerse al llegar un nuevo día, para dejar rienda suelta a la vida, para dejar espacio a una nueva ilusión.

Los guardaré de recuerdo con delicadeza en mi corazón, y un día junto a Ti, Madre, los cumpliré.