Una de cal y otra de arena



El refranero encierra la sabiduría popular. Frases como “una de cal y otra de arena” o “Dios aprieta pero no ahoga”, o “No hay mal que cien años dure”… Son muestras de que toda tormenta es pasajera, por más tiempo que dure el pasaje, y todo túnel tiene al final una salida.

Y no es que sea “mal de muchos, consuelo de tontos” pero está claro que seguir vistiendo prendas de pesimismo no conduce a nada seguro. Ante lo que parece incierto y parece tenernos en el aire, es mejor ponerse ropas con colores alegres y atravesar la cuerda floja con una sonrisa porque a pesar de la altura, el equilibrista sabe que bajo sus pies hay una red que lo protege.

Y nosotros tenemos la mejor protección que nadie pueda soñar, tenemos las manos de la Virgen del Rocío llevándonos en volandas, una balsa hecha por ángeles en las orillas de nuestras playas, nuestras lagunas, nuestros ríos e incluso nuestros charcos, para que subamos a ella dejando que sus alas nos sirvan de remo cuando nos cansamos.

¡Quién mejor que un rociero para encontrar en el camino la vara en la que apoyarse!

Miremos de frente el año que recién nos ha llegado. Démosle la bienvenida no sólo al primero ni al segundo ni al tercero, ni al décimo… Sino a los trescientos sesenta y cinco días que irán viniendo, -si así Dios lo quiere-, con su sorpresa y su noticia, su fiesta y su sosiego, sus luces y sus sombras…

El ánimo arriba, la frente alta, la sonrisa en el rostro, la gratitud en el corazón para que aflore en los labios y las manos abiertas para recibir del Pastorcito Divino todo lo que esperamos.

A todos los lectores de periodicorociero.es os deseo mucha felicidad.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es