Qué vergüenza…




Siento vergüenza, sí, al iniciar hoy un editorial que me nace desde lo más hondo del alma, desde donde hoy parecen habérseme mezclados el dolor, la impotencia y la injusticia. Y no es la primera vez que escribo sobre ello, pero siento vergüenza de no haberlo hecho más veces, de quedarme igual de callada que muchos cristianos, que muchos rocieros. Dios me libre de juzgar a nadie, no olvidemos que esa es una buena enseñanza de nuestro Señor y maestro: “No juzguéis, y no seréis juzgados”, pero también dice aquello de “porque tuve hambre, y me distéis de comer; enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”… Y algo así tengo hoy en las entrañas cuando vuelvo a leer noticias de los cristianos perseguidos, ametrallados, torturados, vejados y asesinados cruelmente; de niños que han sido crucificados y de no sé cuántas salvajadas más, que de solo pensarlas se pone la piel de gallina.

Qué vergüenza me da que nos quedemos de brazos cruzados. Que seamos capaces de salir a la calle gritando como locos por un equipo de fútbol, que salgamos en masa en manifestación para que no derriben un edificio, que saturemos los whats app, los sms, los muros del facebook y las etiquetas del twitter pidiendo que no maltraten a los animales, (y no queremos ese maltrato), que compartamos los mensajes más absurdos que jamás se nos hayan puesto por delante y que, ante la barbarie que están padeciendo hermanos nuestros, no tengamos agallas para decir que todos somos uno, que todos somos parte del cuerpo de Cristo, al que siguen destrozando, que todos somos hijos de la misma Iglesia, que ya basta de tanta matanza injusta en un siglo que presume de avance y de tecnológico pero al que tanta evolución técnica parece estar dejando sin corazón.

No hay excusas que valgan, amigos lectores de periodicorociero.es – Periódico digital rociero-, para permanecer sin hacer nada. Debemos mover cielo y tierra con palabras y con hechos, debemos participar activamente en intensas jornadas y vigilias de oración, debemos llenar nuestras iglesias, estar presentes ante el sagrario o ante la Cruz, tener una actitud más valiente ante el sufrimiento de miles de personas.

¿No somos capaces de dejarlo todo para vivir una semana entera de romería? ¿No somos capaces de privarnos de la comodidad de nuestros hogares, de la tranquilidad de nuestras casas y cambiarlas por pinos, arenas, campo y la dificultad de hacer kilómetros a pie por estar ante nuestra bendita Madre del Rocío?

Puedes responder que en tu parroquia no han hecho nada al respecto, que tu párroco escurre el bulto y no lo puedes sacar de las tareas programadas, o que tiene tantas tareas que no ya no hay tiempo para más; puedes decir que en tu Hermandad solo os veis una vez al mes, que los hermanos “no son mucho de ir a misa” y que si se propusiera hacer algo, lo que sea, irían “cuatro gatos” o “los de siempre”. ¿Te suenan esas respuestas? Pues tendría otras tantas que te resultarían conocidas, sin embargo, todas son excusas para seguir callados.

Si en tu parroquia no han hecho nada al respecto, tú eres parroquia, tú eres iglesia, ve en actitud de aportar. Si tu párroco escurre el bulto y se limita a lo básico, dile que en tu tiempo libre estás dispuesto a salir de lo básico y a facilitar una actividad extraordinaria, y si está muy ocupado dile que lo puedes ayudar… ¡Pero haz algo!

Si en tu Hermandad os veis solo una vez al mes, ya estás tardando para que os veáis cada quincena, si los hermanos “no son de ir a misa”, recuérdales que están faltando a la invitación del banquete de Cristo, que es necesaria su presencia porque sin ellos la fiesta de Jesús es incompleta: Él quiere vernos a todos, sin excepción. Si tienes temor de organizar algo para que solo aparezcan “los cuatro gatos, los de siempre”, empieza con ellos, no te preocupes tanto de lo que hacen otros, da el paso tú, otros te seguirán. Jesús fue llamando a sus discípulos de uno en uno, después los enviaba a predicar de dos en dos, y mira cuántos somos ahora.

Siento vergüenza de escribir esto, porque yo misma estoy en la obligación de hacer algo al respecto. Siento que es el momento de despertar, que los rocieros no podemos pasarnos noches enteras sin dormir cuando hay una guitarra y un cante de por medio, y en cambio quedarnos dormidos cuando la necesidad de oración, de ayuda, de tender la mano, de ser realmente instrumentos de la Virgen del Rocío, es tan grande.

Y lo pido desde mi pequeñez, con toda humildad, pero con el convencimiento de que mi fe no es una fe muerta, ni la mía ni la de ninguno de vosotros; lo pido a la hermandad Matriz, a cada una de sus hermandades filiales, a las agrupaciones parroquiales rocieras, a las asociaciones… Pido que se organicen vigilias rocieras de oración por nuestros hermanos “nazarenos”, (así son conocidos los cristianos en el estado islámico), pido que se interceda por los cristianos del mundo entero, pido que seamos una sola alma y un solo corazón ante la Santísima Virgen del Rocío, y que nos movilicemos hasta tal punto, que ese día nada impida que estemos al pie de la Virgen orando juntos. Pido que realicemos una procesión con nuestros simpecados y que, en silencio, o rezando el rosario, o con velas encendidas, recorramos las calles de nuestros pueblos y ciudades, expresando que somos uno, que estamos unidos, que ser rociero es un compromiso con nuestra iglesia, que somos hermanos y nos duele ver perder a miembros de nuestra familia.

Que nuestra antorcha encendida sea luz para los que andan en tinieblas, que nuestra oración sea el bálsamo para los que sufren, que nuestra unidad consiga la paz, la paz que realmente necesitamos.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es