Hasta el Rocío



Las hermandades del Rocío están preparadas para echarse a los caminos. Todas tienen clara la meta a la que se dirigen, todas llevan en el corazón la imagen de la Virgen y se dejan guiar por sus ojos hasta su blanco santuario.

En cada hermandad, cientos, miles de peregrinos y romeros van unidos por el Simpecado que los congrega en su peregrinar, se identifican por el color del cordón de su medalla y marchan agradecidos para encontrarse con la Madre de Dios.

Hasta el Rocío, sí, hasta allí nos desplazamos alegres, incluso cuando hay penas por dentro, porque esa alegría proviene del Espíritu de Dios y no nos abandona nunca. Es la alegría de la fe, de la paz, de la esperanza y ella nos ayuda a sobrevivir ante las adversidades.

Toda una encrucijada de caminos irán a parar hasta el lugar hacia el que caminamos, y allí volveremos a encontrarnos con la Reina de nuestras vidas, con la pastora de las almas, con la Madre de los rocieros, porque en Ella están puestas las esperanzas del presente y del futuro, en Ella descansan las palabras y los silencios y ante Ella sucumbimos, embaucados por la misericordia de sus ojos, la ternura de sus manos y la paz que refleja en su rostro.

Hasta el Rocío van miles de hijos confiados en la mejor de las Madres.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es