Atletas de la oración



En una sociedad que le rinde tanto culto al cuerpo yo apuesto por aquellos que cada día rinden su homenaje al Creador.

Son tantas las personas dedicadas a hacer carreras más silenciosas, a llenar el corazón de diálogos con Dios y con la Virgen, a hacer de su alma la meta del encuentro con Cristo, que perderíamos la cuenta y nos quedaríamos asombrados de saber y, sobre todo sentir que, de forma anónima y sólo por Amor, oran por toda la humanidad.

Es gravísimo pensar que esa tarea está destinada únicamente a clérigos, sacerdotes, monjas, monjes y religiosos, -nada más lejos de la realidad-. Esa tarea es de todos los cristianos, de todos los rocieros y no cumplirla nos agrietaría por dentro como se abre la tierra cuando se queda por años continuados sin una gota de agua.

Está muy bien eso de lucir buen tipo, pero mejor es aún reflejar exteriormente lo que se cuece en el fondo de nuestros corazones, pues si tiene como base la relación diaria con el Pastorcito Divino y la Virgen del Rocío, cualquier fealdad se quita de raíz sin necesidad de maquillajes que ocultan provisionalmente la arruga que queremos ocultar.

Cuando decimos a Dios: “Señor, danos salud de alma y cuerpo” y, además lo hacemos por ese orden, tenemos que poner de nuestra parte para que la sanación que le pedimos sea concedida. Y hay que tratar bien al cuerpo, -claro que sí-, y practicar algún deporte, y mantener una buena higiene y ofrecer una agradable imagen… Pero mejor todavía hay que tratar el alma y eso sólo se consigue dejándole a Dios la puerta abierta, comunicándonos con Él, hablándole y dejando que nos hable, higienizando aquello que afea nuestra conducta y nuestro comportamiento, porque de esta forma no habrá que ofrecer ninguna imagen, sino que seremos auténticos ante los demás.

Hay quien lo realiza dentro de sus costumbres diarias. Hay quien lo aprende desde niño. Hay quien lo abandona de adolescente. Hay quien lo retoma en su juventud y hay quien sabe que es tan necesario como el aire que se respira.

…Estos últimos son verdaderos atletas de la oración.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es