Misioneros de la Virgen del Rocío



Durante años hemos pensado que los países de misión quedaban muy retirados de nuestro país de origen. Y es verdad que los kilómetros que separan unas tierras de otras o ese mar espectacular que nos sitúa en un océano o en otro, se acortan con unas pocas de horas de avión o, a lo más, en unos días viajando en barco.

Pero me arriesgo a decir que es probablemente España una de las tierras más necesitadas de misioneros, de gente dispuesta a evangelizar con su palabra y con hechos, porque es demasiado grande la multitud que, cada vez, se aleja más del mensaje del Evangelio y, por lo tanto, aguarda a esos mensajeros que ayudan a reestructurar el edificio interior, el que tiene cimientos en el alma.

Es urgente que perdamos de una vez el miedo a confesar nuestra Fe. Es urgente que excluyamos la mediocridad de nuestra conducta para pasar a una acción que transmita vida, compromiso y esperanza al prójimo tal como lo queremos para nosotros mismos.

No hay que recorrer el mundo para ver de cerca la pobreza material. Cerca nuestra, donde menos te lo esperas, también existe. No pienses que las chabolas y las casas de cartón y los colchones destrozados sin somier, cogidos de un contenedor de basura, están en lugares para los que llegar te supondría obligatoriamente realizar un viaje. No hace falta. Si quieres ser misionero, hazlo desde donde ahora mismo te encuentras. Lleva el compromiso a que te obliga ser seguidor del Pastorcito Divino a tu primera comunidad: la familia y después abre el círculo, camina y te darás cuenta de que te bastarán unos metros para saber de alguien que necesita ayuda. Ahí comienza la misión.

El regalo que Dios nos concede haciéndonos rocieros nos compromete a llevar la Noticia de su Hijo Jesús a todo ser creado. Es la tierra de misión que nos encomienda la Virgen del Rocío, fomentar la unidad familiar, alegrar a los corazones tristes, llevar Fe a un mundo que quiere vivir alejado de Jesucristo, nuestro Salvador, y ayudar en todo lo que podamos, espiritual y materialmente, a los que lo están pasando mal.

Cuando la Virgen te invita a participar de su Rocío lo hace para que tú se lo participes a otros y así su Amor se sigue extendiendo hasta el infinito.

Que Ella nos enseñe a todos a ser verdaderos misioneros.

Francisca Durán Redondo