El entorno de la Virgen



Pasear bordeando las Marismas del Rocío es siempre un lujo para los sentidos.

El paisaje te introduce de golpe en un sin fin de sensaciones agradables que ayudan a la relajación e incluso puede servir previamente como una preparación del alma, que nos la hace más dócil a la reflexión y a la meditación de misterios insondables ante la mirada de la Virgen.

El fresco aroma de la variedad de flores que nacen a orillas del Santuario, las aves que migran para ver de nuevo a la Señora, los caballos en libertad pastando en la naturaleza generosa y apacible y las estrellas que, hasta de día, parecen un calco del cielo en el agua marismeña, hacen que caminar y disfrutar de esta contemplación se convierta en un auténtico deleite que nos va impregnando del entorno en el que reside nuestra Madre.

Parece, en el Rocío, que todo esté hecho a medida de la Virgen: la arquitectura de las casas, las calles sin asfaltar, el Santuario en medio de un arenal inmenso desde donde se divisa la serenidad del paisaje que hoy ilustra el editorial de periodicorociero.es y que abre sus puertas para recibir a romeros y peregrinos, a rocieros que saben adonde hay que acudir para encontrar lo que se está buscando, y al aire bañado de brisa de mar cercano que entra y sale de la Ermita envolviendo el ambiente de tanta divinidad como Dios quiso crear, así porque sí, para regalarla a la Madre del Pastorcito.

La combinación del paisaje y de la imagen de la Virgen, alternando perfectamente en el corazón, bien merece que cualquier persona pudiera sentirse rociero, aunque solo fuera por un día, para que entendiera esto que intento narrar y que, a punto de introducirme en el último de los párrafos del editorial de hoy, me haga caer en la cuenta de que no resulta nada fácil, porque lo grande, lo que nos supera, lo que nos llena, no cabe en unas líneas.

Le pido a la Virgen del Rocío que seamos capaces de encontrarla en el paisaje que cada uno guarda en su interior, y en el que siempre estará su Ermita, rodeada de belleza, para devolvernos la Paz y la calma que necesitamos, mientras llegamos a Ella para descansar a sus plantas y darle las gracias.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es