Cuántas historias de sentimientos rocieros




En los sentimientos de cada persona nadie se puede meter y en las cosas del Rocío, es increíble los hermosos sentimientos que despierta la devoción a la Virgen.

Sorprenden los numerosos exvotos que sus devotos, en agradecimiento, entregaron a la Virgen del Rocío por los favores que les concedió. La historia delata siglos de fe en Ella, de cariño, de devoción, de fidelidad.

Es verdad que esos siglos nos hablan de milagros que vinieron de su mano, de sus ruegos, de su fuerza intercesora; pero en esta época actual, estoy convencida de que esos milagros siguen produciéndose, porque el poder de Dios no está limitado a un tiempo concreto, al contrario, no tiene límites, y el amor de la Virgen por nosotros, como Madre, como mediadora ante Dios, es inagotable.

A eso se suman historias de sentimientos, que muchas de ellas tengo la inmensa suerte de conocer, y es que es impresionante lo que un rociero es capaz de hacer por estar con la Virgen, por ir a verla, por rezarle un ratito, por llegar a sus plantas…

Hay quien se priva de todo un mes de vacaciones a cambio de una sola semana, lo que dura la romería. Hay quien se ha hecho kilómetros y horas en coche, atravesando España entera, a cambio de estar media hora delante suya, rogarle por una intención concreta y hacer el camino de regreso. Hay quien se sanó de una enfermedad grave y ahora se dedica a visitar a los enfermos repartiéndole estampas de la Virgen del Rocío y compartiendo con ellos que Ella es salud del cuerpo y del alma. Hay quien ha hecho el camino a pie desde su tierra, sin carretas, sin gente, sin medios de apoyo, a través del más duro asfalto y en la más absoluta soledad, en cumplimiento de una promesa. Hay quien se ha reconciliado con personas con las que jamás pensó que volvería a hablar en la vida. Hay quien recuperó la fe que dio por perdida completamente. Hay quien dejó la droga, el alcohol o cualquier otra adicción, después de haberse encontrado con Ella y pedirle la fuerza para conseguirlo. Hay quien lo había dado todo por perdido y Ella les devolvió la esperanza. Hay quien encontró trabajo después de llamar a miles de puertas. Hay quien salió de su ruina cuando con fe le pidió a Ella que los sacara de ese hoyo. Hay quien pensó que no tenía nada y lo encontró todo al mirarla.

Hay tantas, tantas historias de sentimientos rocieros, que bastaría pedir que alguien nos cuente la suya para que se contaran por miles.

Ante todo este derroche que conocemos de antes y de ahora y que conoceremos después, solo cabe ser humildes y agradecidos y comprometernos a mantener la confianza en Ella, porque si la Virgen ruega por nosotros, Dios actúa de manera inmediata.

Francisca Durán Redondo Directora de periodicorociero.es