Dichoso mes…




Hoy, último día de noviembre, es cuando podemos decir convencidos aquel famoso refrán “Dichoso mes, que empieza por todos los Santos y se va por San Andrés”.

Fecha importante la de hoy en el calendario, porque culmina el onceavo mes del año y nos deja por delante solo treinta un días, para hacer un verdadero examen de conciencia de lo que no hicimos, y de lo que queremos y estamos dispuestos a hacer para contribuir a la transformación de nuestros corazones.

Culminamos un mes que empezábamos con una fiesta grande, la del día de todos los Santos, y que termina con otra gran fiesta dedicada a un Apóstol de Jesucristo, San Andrés, cuya fe en Él fue inmensa, hasta dar la vida por el Evangelio y por el mensaje de su maestro y Señor.

Dichoso mes, sí, porque nos empuja hacia un tiempo nuevo, de esperanza, de confiar en nosotros más de lo que lo hacemos y de afianzar esa confianza en quien tiene el motor y la llave de toda nuestra vida: Dios.

Y no me cansaré de decirlo, no estamos solos en el recorrido del camino, el de cada día, lo tenemos a Él y tenemos a la gran intercesora de nuestras almas, la Santísima Virgen, que para nosotros, los rocieros, es una puerta segura a Dios, un puente a la felicidad verdadera, un ascensor hacia la cima que deseamos llegar, un empujón de fuerza para ver los milagros que anhelamos.

Su advocación de Rocío es fortaleza en nuestros corazones. Nombrarla es renacer a la vida, recuperar el aliento y sentir que estar vivos merece la pena.

Cerramos el capítulo de noviembre, que siempre viene a ser el trampolín para que diciembre no nos coja desprevenidos cuando empecemos el adviento.

Que las manos de la Virgen del Rocío nos sigan sosteniendo, que Ella sea la cura a todos nuestros males, nos ayude a encontrar la solución a cualquier problema, nos impulse para ser mejores cada día y nos enseñe a ser hombres y mujeres de oración, rocieros de esperanza, humildes y comprometidos para mayor gloria del Pastorcito Divino.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es