Que no se nos enfríe el alma



El frío de estos días nos está dejando los termómetros asustados, sobre todo a los termómetros de Andalucía, que están más bien acostumbrados a anunciar temperaturas altísimas en verano.

Numerosas ciudades han estado a bajo cero, -bastante bajo cero-, y por estos lares desde donde yo escribo a diario el editorial, no hay forma de ser sorprendidos por la nieve.

Agua sí. Ha caído todo lo que Dios ha querido, pero por más que le pido que me conceda el regalo de ver nevar en Jerez, no hay manera.

Dicen los jovencitos de la década de los cincuenta, que pudo ser en el 1954 cuando amanecieron y se encontraron blancas las calles de mi tierra. Yo pensé en el 2004 que, al cumplirse el cincuenta aniversario de aquel acontecimiento que fue muy celebrado por niños y adultos, podría repetirse, como regalo, y volviera a nevar, pero nada. No pudo ser. Lo mismo me pasó en el 2014 cuando se cumplieron 60, pero nada.

En estos días una nueva ola siberiana atraviesa Europa y hace un frío que nos cala los huesos. Ha nevado en lugares insospechados y yo, erre que erre, mantengo la esperanza de que Jerez también se convierta en uno de esos lugares.

Le pedí a la Virgen del Rocío con insistencia que subiera el Xerez. Más de sesenta años tardó en llegar que el equipo subiera a la categoría de la primera división y eso sí que era difícil. Se me olvidó pedirle que lo mantuviera y bajó rápido…

En fin, yo no puedo evitar seguir esperando que nieve en mi tierra. Los paisajes son hermosísimos y ver cómo caen los copos produce una paz impresionante.

Sin embargo, a pesar de todo éste frío, suplico a la Virgen del Rocío y a su Divino Pastorcito, que no se nos enfríe el alma y sigamos recibiendo en todo momento y lugar el calor de sus corazones.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es