El toque de queda




Editorial publicada en Periódico rociero en enero de 2.021.
Nunca olvidemos lo vivido. Que todo lo aprendido sirva para algo bueno, tanto personalmente como colectivamente.


Que el virus no tiene horarios para moverse en unos momentos más que en otros, ha quedado bastante claro. Los contagios por COVID no se han producido a horas concretas, porque para seguir propagándose cualquier hora es buena.

Hemos vivido un confinamiento domiciliario general desde el 14 de marzo de 2.020 hasta el 2 de mayo, día en el que se “abrió” la puerta tímidamente para que, de forma lenta y progresiva, pudiéramos empezar la desescalada.

Durante esa etapa, los contagios bajaron, pero no terminaron. Algo hicimos mal.

Después, hemos tenido que ir adaptando nuestras vidas a merced del comportamiento del virus que ha causado estragos en la salud y en la economía y nos hemos movido entre límites horarios, restricciones de aforo, rostros parcialmente cubiertos con mascarillas protectoras, distancias entre personas… En esta nueva etapa los contagios comenzaron a subir. Algo hicimos mal.

Y así hemos llegado al año 2.021 y no estamos haciéndolo bien. Porque la economía es importante, pero la salud lo es más. Se abre la veda para salvar la economía y volvemos a dañar la salud. Se vuelve a incidir en salvar la salud y se daña la economía.

Todo el mundo sabe, todo el mundo opina, todo el mundo da lecciones, todo el mundo critica, pero todos justificamos nuestra actuación si, en algún momento, hemos atravesado la línea: “Yo no voy a ninguna parte. Yo solo voy a mi trabajo. Yo solo he visitado a mi tío o a mis primos con los que siempre estoy, pero siempre estamos los mismos”… Y se nos olvida que ese tío, ese primo, ese amigo, con los que siempre estás los fines de semana, no son de tu unidad familiar, y salen a comprar a lugares distintos en los que tú compras, y llevan a sus hijos al colegio distinto al de tus hijos, y van a un centro médico distinto al tuyo y tienen una vida que no es fotocopia de la tuya.

Los contagios continúan. Ahora estamos en una tercera ola y seguimos haciéndolo mal. Porque no es momento de visitas ni de justificar el motivo por el que se hacen esas visitas.

Si un toque de queda se establece a una hora, no significa que las horas anteriores el COVID esté descansando, porque busca cómo sobrevivir entre nosotros y no respeta nuestros horarios, nuestras justificaciones ni nuestras necesidades.

¿Es que solo dejamos de movernos si alguien nos dice que no podemos salir de nuestra ciudad, nuestro pueblo, nuestra región…?

Han muerto muchas personas, hay muchas que están muriéndose, hay muchas que están muy graves y todavía hay quien piensa solamente en “a ver si dejan movernos un poco y viajo a Andalucía, a Castilla, a Asturias o a donde sea”. No lo entiendo. No puedo entender que estemos priorizando nuestros placeres en lugar de ir todos a una para acabar cuanto antes con esta pandemia.

Estamos llenos de contradicciones: Le pedimos a la Virgen del Rocío trabajo, pero hay quien lo rechaza si el trabajo coincide con la fecha de la romería. Y ahora le pedimos a la Virgen salud y somos los primeros que la ponemos en juego.

No tenemos la menor idea de si volveremos a estar confinados, de si el toque de queda, finalmente, se adelantará al actual, de si habrá nuevas modificaciones o normas para frenar la enfermedad, ni siquiera sabemos si vamos a contagiarnos con el coronavirus y si saldremos victoriosos de todo esto. Pero lo que sí sabemos es que las mejores herramientas que tenemos para ganar la batalla es nuestra responsabilidad y nuestro respeto, por nosotros mismos y por los demás; en homenaje a los que se nos han ido, a los que están luchando para salir adelante y a los que se están dejando la piel por salvar a los enfermos…

Que el toque de queda sea el de la oración, el de permanecer unidos orando, junto a la Virgen del Rocío, a los pies de la Cruz del Señor, para que más pronto que tarde podamos estar en torno a Ella, abrazándonos de alegría, en acción de gracias por haber intercedido por nosotros y haber conseguido, una vez más, que el Señor obre el milagro que tanto le estamos suplicando.

El Rocío que Ella nos pide ahora es el de cuidarnos unos a otros.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es