Si tú me dices ven…




Me siento hoy como si la Virgen misma me estuviera cantando la letra de un conocido bolero que interpretan “Los Panchos” como los ángeles.

Me siento así porque, me había propuesto que hoy, domingo 22 de enero, con el estreno del día del Señor, el primer día de la semana (por más que nos empeñemos en decir que el primero es el lunes), comenzase a producirse, a ser posible, un cambio radical en mi vida, -positivo-, pero en el que yo debo poner gran parte de mi carne en el asador.

Retomo mi dieta alimenticia. Aquello de retomarla el ocho de enero, o después de esta o aquella fecha tradicional, o los días uno o los lunes, nunca me dio resultado, sobre todo cuando se anticipan a un inmediato fin de semana, como ocurre tantas veces. No me sobran demasiados kilos, todo hay que decirlo, pero los pocos que hay que dejar hay que dejarlos.

Mi trabajo es, sencillamente, apasionante, pero su ritmo acelerado necesita una organización inmediata.

Cada uno de los propósitos que tenía previstos para el nuevo año, en mi caso, comenzaron correctamente, pero éste concreto empieza hoy: el 21 de marzo.

Y no he empezado nada mal. Al despertarme, después de realizar mi ritual personal de besar mi medalla del Rocío, dar los buenos días a Dios y a la vida, empecé a tararear el bolero repetitivamente y, me sentí acompañada por la Virgen del Rocío mientras lo cantaba.

Algo me dice que Ella ha querido recordarme éste día como el principio de algo nuevo, de cosas hermosas que vendrán en la medida en la que yo vaya cumpliendo cada uno de mis objetivos, y voy a por ello: de su mano, como siempre. Porque otra cosa no sé, pero si Ella me dice ven, tengo clarísimo que lo dejo todo.

Y nos lo dice a cada uno continuamente. Cuando nuestros pensamientos se desorientan, la Virgen repite el bolero para que no perdamos el Norte y retomemos el pensamiento adecuado. Cuando nuestra palabra puede herir a los demás, Ella vuelve al bolero para frenarnos en seco y hacernos cantar antes de que metamos la pata. Cuando nuestra conducta no es la más conveniente, Ella, -que es una fuente de sabiduría-, parece decirnos otra vez: “Oye, ven acá, ven y déjalo todo. Deja todo lo que no nos va a ti y a mí, lo que es contrario a tu corazón y al mío”.

Pues nada, hoy, seguramente, me llevaré el día entero repitiendo la dichosa cancioncita, pero estoy agradecida, porque no os podéis imaginar lo que supone sentir que la Virgen la cante con nosotros. Seguramente porque Ella va a interceder sin cesar para que lo que sueño en mi corazón con tanta fuerza se haga realidad a partir de hoy.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es