No todo el camino es de rosas



Que el camino no es siempre de rosas es de todos sabido. Y mucho mejor lo sabemos los rocieros que hacemos de las penas caramelos de azúcar.

No es de rosas no, y si no, que se lo pregunten a mi amigo Pablo que lleva llamando a no sé cuántas puertas para que alguien le dé un trabajo y regresa a su casa con la esperanza de que algunos de los que no tiran el currículum a la basura lo llame por teléfono para concederle, al menos, una entrevista.

Tampoco está hecho de pétalos para mi amiga Dolores, que cuando celebraba estar casi curada de un cáncer de mama ha tenido que hacer frente de nuevo a la enfermedad que no se ha querido marchar del todo y la invita a seguir peleando, aunque sabe que no está sola en su batalla y la ganará con la ayuda de todos los que oramos insistentemente por ella.

El camino está hecho de arenas profundas, porque así me lo cuenta Quique, un compañero de estudios que hizo de todo por darle a su familia lo mejor y cuando la vida le había enviado la sonrisa en lo social y en lo económico, ha sufrido la pérdida de sus padres en poco tiempo y siente que toda su lucha ha sido en vano y está sumergido en una desesperante depresión.

Tiene el camino muchos tramos de sacrificio porque de ejemplo tengo a Aurora, una madre de familia que con muy pocos recursos lucha para que el plato de comida no le falte a sus hijos cada día.

No se libra el camino de ratos que te hacen sentir muy solo, de momentos en los que descubres la traición de los que considerabas a tu lado y de matorrales que no aciertas a segar para que dejen de arañarte.

Pero con todo merece la pena andarlo, exactamente igual que cuando andamos camino del Rocío, con un Santuario como meta, con la Virgen en el pensamiento, con sus ojos guiando cada pisada, con sus manos sosteniéndonos cuando nos cansamos, con su consuelo cuando le confiamos lo nuestro, con su abrazo para que nos lo cure todo.

Cada día hay que tener una meta que perseguir, porque no todo el camino es de rosas, pero al final del camino siempre estará Ella para entregarnos un jardín entero de flores con el que alegrarnos la vida y en el que podemos respirar tranquilos, en paz, recibiendo el premio de la Fe.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es