La alegría de la luz




Cuando un día se niebla, que también tiene su encanto, estamos deseosos de volver a ver un cielo completamente azul.

La luz nos acaba envolviendo, si estamos con el ánimo un poco bajo parece que nos vuelve a levantar de ese estado apagado.

Y hoy celebramos la fiesta de la luz, el día de la Candelaria o las Candelas. Se renueva en nosotros la necesidad de la luz de Dios, porque sabemos que sin su luz el peso de la tiniebla es insoportable.

Cauce indiscutible de la luz de Cristo es María, que siempre vuelve a nosotros sus ojos inundados de misericordia para que no nos perdamos por ningún camino, para hacernos retornar de nuestro exilio de Dios, para regar con su infinito Rocío de amor las sendas por las que cogemos.

Existe en la luz todo un caudal de alegría, por eso es necesario que siempre se la pidamos a la Virgen, que sabe perfectamente cómo hacer que nuestra petición sea atendida.

Hoy es el día de la Candelaria, hoy podemos renovar nuestra fe acudiendo a la verdadera luz, la que necesitamos para andar nuestro camino, la que nos lleva a la verdad, la que nos da vida. Podemos dejar las puertas del alma abiertas para que seamos deslumbrados por la luz del Pastorcito Divino y que Él se sitúe como nuestro centro para siempre.

La oscuridad cae derrotada cuando la luz llega. Que la luz de Dios nos ilumine, que se nos llene la vida con su presencia, que arrase con su fuerza para acabar con los resquicios de dolor, de vacíos y de tristezas y que seamos fieles testigos de su amor allí donde nos encontremos.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es