Viaje extraordinario de la Virgen del Rocío




Los viajes que realizaba la Virgen del Rocío a su pueblo de Almonte estaban justificados en sus comienzos para pedirle ayuda ante epidemias, sequías, guerras y otros sufrimientos. Fue con el paso del tiempo que se decidió fijar su visita a Almonte cada siete años.

Desde hace años, las noticias nos han ido alertando unas veces sobre unas enfermedades que se han convertido en pandemias, y otras veces sobre las que se convirtieron en epidemias. Tantos males repartidos por el planeta…

Imaginando aquellos viajes de la Virgen a su pueblo se me ocurría pensarla hoy mismo de viajera por todo el mundo, entrando en éste y en aquel país, llamando a una y otra puerta, paralizando las enfermedades, el hambre, la soledad, la indiferencia, con su Gracia e impidiendo que esos males sigan causando daños peores.

Me la he imaginado como una enfermera incansable llegando adonde más falta hacía, socorriendo a los que estaban presos por el miedo y, de paso, liberando las almas atormentadas y los corazones que también están faltos de sanación.

En ese viaje la he visto pasar hasta por mi propia vida, por la vida de cualquier persona que ahora me lee, y no ha pasado de vacío, para todos ha tenido palabras que consuelan y abrazos que alivian.

Y estoy segura, completamente segura, que allí donde está presente un ruego a la Virgen, el mal se aleja. Por eso quiero acercarla hoy a todos los hospitales y hogares donde la enfermedad, del tipo que sea, ha entrado, con nuestros ruegos y nuestra confianza es probable que el daño se vaya y, si es posible, ojalá se vaya para siempre y siga quedando Ella.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es