La Virgen del Rocío es Madre




Hace poco he estado con la Virgen en El Rocío, en tres semanas la he visto de seguido, primero con un traje y unas flores, después con otra saya y otras flores distintas, pero tan bella como siempre, o mejor, cada vez más bella.

Han renacido en mí muchos sentimientos en su presencia.
Cuando en el Santuario no hay apenas gente, cuando las que hay rezan sin perder de vista a la Virgen, y el silencio se vuelve más silencio, a mí me da por pensar, por hacer lectura de cualquier acontecimiento, por despejar dudas que, de pronto, obtienen respuesta, y de forma generosa parecen derramarse sobre mí chorros de abundante paz, que van sustituyendo la intranquilidad, la preocupación, o la impaciencia.

Me doy cuenta de que, por encima de todo, la Virgen del Rocío es Madre y como tal acudo a Ella. Pero es una Madre amable, comprensiva, paciente, respetuosa, atenta, que busca mi bien antes que el suyo y que no se aprovecharía de mí para su propio beneficio.

En Ella nunca he notado que tuviera algo que reprocharme, sino más bien el deseo de darme continuamente aquello que más necesito.

Nunca invade mi privacidad, es más que suficiente su cariño para sentir que se preocupa por mí, que se alegra conmigo o que sigue confiando en mí más que yo en Ella.

En su rostro adivino su invitación: “Estoy abierta a ti para lo que tú quieras”, pero nunca traspasa la línea de la libertad que Dios me concede, nunca decide por mí y eso me ayuda poderosamente en mis decisiones. No me quiere a su medida. Simplemente me quiere así, como soy.

Cuánto fortalece estar un segundo junto a Ella, porque es así como hizo que me sintiera: fortalecida, agradecida, escuchada, abrazada; confiada y feliz de tener una Madre que me quiera tanto.

A pesar del momento vivido, me costó centrarme en las primeras palabras que pronuncié porque, amigos, amigas, lectores de periodicorociero.es, no pueden ni imaginarse lo guapísima que está.

Si cuando vayáis a verla notáis sus mejillas más sonrojadas que de costumbre, es por la cantidad de piropos que debe recibir a lo largo del día, es para empezar la letanía y no terminarla mientras estamos con Ella.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es