Altavoz de su Rocío




Me gustaría tener un altavoz que llegara a todo el mundo para llevar a cada persona que sufre el amor de la Virgen.

Sería tan hermoso que el mundo entero descubriera las maravillas de contar con la intercesión de la Virgen, que es fiel a su Hijo Jesús y es fiel a cada uno de sus hijos.

Ella es Madre y, como madre entregada y generosa, nos cuida, vela por nuestros sueños, respalda nuestros proyectos, nos protege en el peligro y nos consuela en la adversidad.

Ella es mediadora y, como mediadora insistente, ruega sin titubear por cada súplica que le confiamos, por cada intención que llevamos a sus manos, por cada plegaria que ponemos en su corazón, para que Dios actúe a nuestro favor y nos conceda lo que necesitamos.

Ella es Rocío del cielo, y como Rocío que es, nos invita cada mañana a ser agradecidos y a saciar la sed que existe de Dios, en un mundo que parece perdido y que no sabe retomar el rumbo por sí solo, porque solos nada podemos hacer.

Me gustaría tener un altavoz, sí. No para gritar más alto, sino para llegar más lejos y que aquellos que padecen enfermedad recuerden que tienen a la mejor enfermera sin despegarse de su lado, y que los que un día huyeron de la iglesia regresen para ser recibidos con los brazos abiertos, en el mejor de los banquetes, y que los que están pasando calamidades sepan que la Virgen no es sorda a sus gritos de auxilio, y que los que se quedaron sin trabajos encuentren en Ella la luz que los lleve a la puerta acertada para volver a tener un empleo, y que los que no tienen casa acudan a su corazón que es de puertas abiertas para que les facilite el camino hacia un verdadero hogar, y que los que no tienen nada la miren a Ella, porque Ella solo tiene a Dios en sus manos, y quien tiene al Señor lo tiene todo y lo puede todo.

Quisiera ser un humilde altavoz de su Rocío, capaz de llevar el eco de su amor a cada rincón, a cada persona, y que no quedara ni un solo resquicio de aire sin haberse encontrado con Ella, porque cuando la Virgen toca el corazón lo hace para que no nos quedemos quietos y para que seamos testimonios del mensaje del Evangelio e instrumentos del Pastorcito Divino.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es