Amigos insustituibles




Los amigos son insustituibles. Me apena cuando sé de personas que se han considerado amigos durante años y, de buenas a primeras, crean un distanciamiento que termina, en muchos casos, poco a poco, con la relación.

Hay un refrán que dice: “Detrás de los grandes achuchones, vienen los grandes chichones”. Esto podría servir para cuando ese tipo de relaciones se dan muy a prisa, empiezas a compartir confidencias de inmediato, te las comparten, crees que jamás has tenido una amistad como la que acabas de descubrir y, terminas por ir alejándote de los amigos que siempre estuvieron. Tras un periodo intensivo, ese repentino achuchón acaba, como dice el refrán, con un chichón del mismo tamaño. Todo es cuestión de tiempo.

​ Sin embargo, yo quiero hablar hoy en mi editorial de esos amigos insustituibles, a los que mimas y cuidas, no por el interés, sino porque realmente te importan tanto que cualquiera de sus alegrías las celebran como tuyas y cualquiera de sus penas son llevadas a medias. Da igual que haya otras “amistades” o que aparezcan amistades nuevas, siempre acaban destacándote como ese amigo predilecto que hasta Jesús tenía.

Esos amigos insustituibles son familia escogida y no son muchos. Los muchos son “amistades”, pero esos de los que hoy os hablo, son los que, como dice otra expresión popular, se cuentan con los dedos de una mano y han de sobrar dedos.

Esos, los de los dedos de una mano, son amigos que no traicionan. Se preocupan por ti. Se conmueven cuando escuchan tu voz. Prolongan un abrazo como queriendo retener de ti todo lo que los quieres y permitiendo que tú sientas lo mucho que te quieren a ti. Serían incapaces de convertir cualquier cosa que les hayas confiado, en temas de conversación con otras amistades, por mucho que estas les digan que no van a abrir la boca. El lazo de conexión es inquebrantable porque donde tú no estés dan la cara por ti y de frente, y a solas, tienen el valor de zarandearte si con eso te pueden ayudarte a sacar lo mejor de ti. Nadie como ellos saben lo que vales.

Esos amigos insustituibles no te cambian a la primera de cambio por otros que lleguen a susurrarte al oído lo que, en realidad, desearían oír sobre sí mismos.

Tienen tal importancia en nuestras vidas, que forman parte del día a día, sin que eso quiera decir que tengan que estar a diario pegados como lapas ni intercambiando cientos de mensajes en un móvil, porque no necesitan demostrarse nada.

Esos amigos insustituibles, si además están unidos por la devoción a la Virgen del Rocío, se sienten aún más acompañados por la oración y por todo lo que nuestra bendita Madre, Pastora y Reina de las marismas, es capaz de derramar en las almas que siguen cosidas a su manto.

Cuántos de los que ahora me leen estarán pensando en el don impagable de la amistad, y cuántas gracias le debemos a la Virgen, por haber derramado su Rocío sobre nuestros amigos insustituibles.

Que Ella cuide de todos ellos, protegiéndolos del peligro, llenándolos de salud y que nunca nos falten.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es