No huyas. Afronta, acepta y vencerás.




He escuchado a veces a personas que dicen que desearían empezar una vida nueva, yéndose a otro país, a otra ciudad… Tomando distancia de la realidad que viven y no les gusta y que desean cambiar desde los cimientos.

Pero la realidad no cambia huyendo a otros lugares, cuando de lo que de verdad quieres escapar es de ti mismo.

Si de verdad quieres empezar una vida nueva, debes enfrentarte a lo que has ido depositando en tu corazón. Podría servirnos como ejemplo ese tiempo que nos tomamos en nuestros hogares para tirar lo que no nos sirve, donar lo que está nuevo pero ya no vamos a usar, guardar los recuerdos de los que no queremos deshacernos, porque en su día nos robaron una sonrisa, o nos trasladan a instantes inolvidables que forman parte de nosotros.

Enfrentarse a ello es un proceso lento, pero seguro, porque cuando se toma la decisión de cambiar nuestra vida, también se toma conciencia de que los errores cometidos no son más que lecciones aprendidas, los fracasos son escalones de mayor o menor altura, pero escalones que debemos seguir subiendo para llegar a donde deseamos.

Enfrentarse a ello también nos permite remover aquello que se quedó pegado, lo que nos hizo demasiado daño y no conseguimos eliminar, lo que pensamos que yéndonos a otro país va a desaparecer. Pero no necesitamos espacios ni lugares nuevos, sino limpiar en profundidad el barro que se quedó en los rincones del alma, con fuerza; dispuestos a que no quede una sola mota de polvo de dolor, rencor o falta de perdón.

Es sacar cada espina con minucioso cuidado y, en su lugar, sembrar los valores que queremos que imperen en nuestras vidas.

Tal vez estás decepcionado contigo mismo. No logras salir de esa espiral de desencuentros, respuestas inapropiadas, tener la sensación de que debes estar preparado por si te atacan. Quizá no sepas cómo curar la adicción en la que estás hundido porque crees que es cosa de débiles reconocer tu enfermedad y tienes miedo a ser juzgado. Puede que estés viviendo una relación que es cualquier cosa menos una relación y te sientes en medio de una guerra continuamente, sin saber cómo levantar la bandera de la paz, sin tener fuerzas o agallas para salir de ese entorno tóxico que te hace sentir muerto en vida.

Son tantas las causas, tantos los motivos, tantas las circunstancias que podrían llevar a pensar a una persona que lo mejor sería largarse lo más lejos posible del lugar en el que actualmente se encuentran, que me encantaría que supieran que justo esas mismas causas, motivos y circunstancias son las que deben hacerle tomar las riendas de su vida, no solos, sino de la mano de Dios, que da el ciento por uno y a todos nos salva. Porque si quieres escapar de todo y de todos, podrás hacerlo. Pero la carga de tu sufrimiento la llevarás en la mochila hasta que no tires las piedras que te pesan. Por cada piedra que retires, estarás dejando espacio para una vida nueva.

No huyas. Afronta, acepta y vencerás. El mejor viaje que alguien puede realizar es a su propio interior. Acércate al único que jamás te ha abandonado, pídele luz para que se acabe tu tiniebla. Dile que no puedes solo, y verás cómo manda a todo un ejército de ángeles para que te ayude a ganar la batalla. Dile que te sientes débil y notarás cómo la mano de la Virgen, esa a la que los rocieros nos gloriamos en llamar del Rocío, te agarra tan fuerte que no llegarás a caer. Dile que estás preparado para empezar este apasionante viaje, y vas a ver los paisajes llenos de esperanza, listos para ser recorridos con los ojos de la fe.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es