“El Todopoderoso hizo en mí maravillas”

Hoy compartimos con nuestros lectores, en alusión a las lecturas de la misa dominical, un texto de San Francisco de Sales que nos puede ayudar a profundizar en la Palabra de Dios.

“El Todopoderoso hizo en mí maravillas”

Lo propio del Espíritu Santo, cuando entra en un corazón, es echar fuera toda tibieza. Ama la prontitud y detesta las tardanzas en la ejecución de la voluntad de Dios...

“María se puso en camino y se fue de prisa”... ¡Qué gracia colmó la casa de Zacarías cuando entró María! Si Abrahán recibió tanta gracia por haber hospedado en su casa a tres ángeles de Dios, ¡cuántas bendiciones no caerían sobre la casa de Zacarías donde entró el ángel del gran consejo (Is 9,6), la verdadera arca de la alianza, el profeta de Dios, Nuestro Señor oculto en el seno de María!

Toda la casa se llenó de alegría: el niño saltó, el padre recobró la vista, la madre fue llena de Espíritu Santo y recibió el don de la profecía. Al ver a Nuestra Señora entrar en su casa, exclamó: “... ¿Cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme?” Y María, escuchando lo que Isabel decía de ella, se humillaba y daba gloria a Dios por todo. Confesando que toda su felicidad procedía de que Dios “había mirado la humildad de su sierva” entonó este bello y admirable canto del Magníficat.

¡Qué llenos de alegría deberíamos estar nosotros cuando nos visita este divino Salvador en el Santísimo Sacramento, en las gracias interiores y en las palabras que cada día dirige a nuestro corazón!