El traje celeste de la Virgen del Rocío

Llevaba una temporada sin ir al Rocío. Antes iba bastante durante el año, pero ahora la crisis me priva de lo que más me gusta que es ir al Rocío a ver a la Virgen, cosa que me gusta mucho y que ya me hacía falta.

El pasado quince de enero, hace unos años, con mi mujer y mi hijo pasé el día en el Rocío como había hecho otras tantas veces.

Llegué con esa angustia en el corazón de no saber cómo decirle la falta que me hace que me eche una mano, aunque por la cara que tenían muchas personas que también habían ido a verla me temo que está muy acostumbrada.

No había visto nunca a la Virgen vestida de celeste, y me pareció guapísima. No sé si ese traje lo habrá llevado alguna vez, yo es la primera vez que la he visto así y me causó una impresión muy positiva, que no sé cómo explicar.

Parece que al mirarla me volví a acordar de que el cielo también es azul y no tan gris como yo lo veo ahora aunque esté el sol por todos lados.

En los momentos que se pasa mal se ve todo negro y aunque iba muy preocupado a buscarla, a verla y a hablar con Ella, de pronto se fue la nube y me traje conmigo la fuerza que había perdido. El celeste de su traje me devolvió un poquillo de luz.