Soñando el nuevo Rocío

Hoy tengo poco menos de un año para soñar, aunque sólo voy a poder contar uno de mis sueños, el que se repite todos los días en la mente, el que cuando cierros los ojos veo como si los tuviera abiertos, mi sueño eres Tú, Madre mía del Rocío. Soñarte me parece un castigo, porque no te merezco, y me parece un regalo porque a pesar de eso me quieres y sabes que te quiero.

Me parece que eres lo mejor que puede soñar un rociero y soñarte hace que me sienta vivo y privilegiado.

Sueño que eres mi modelo a seguir y que intento imitar tu comportamiento, que creo que fue único, tu manera de entregarte a los demás, que no habrá quien lo supere, tu constancia en hablar con Dios que por eso confió en ti más que en nadie. Estoy seguro que si esta parte de mi sueño la hago realidad, te vas a sentir muy orgullosa de éste hijo tuyo. Y yo desearía, Madre, que no sólo fuera un sueño.

Sueño con el camino, pero con el camino que hay que hacer todos los días, que ese camino también va hasta ti si te llevamos en el corazón. Y sueño que ser tu hijo es más de lo que nadie pueda tener.

Gracias porque me has dado el honor de soñarte hoy, porque soñarte cada día es asegurarnos que seguiremos recibiendo tu Rocío diario, el que Tú nos mandas cada mañana.