Dejar huellas que sirvan




Qué hermoso es que alguien haya dejado huellas en su paso por nuestras vidas que quisiéramos seguir. Huellas que no hayan quedado marcadas por el daño que nos hicieron sino por el bien que una persona nos propició, por lo que nos enseñó, por lo que nos ofreció.

Debemos cuidar con cariño las huellas que nosotros dejamos, poner amor en las palabras que decimos, tratarnos con respeto a nosotros mismos y a los demás, sonreír, escuchar, mirar con ternura, ser compasivos, practicar la bondad, perdonar más y reprochar menos.

No dejemos la basura de nuestras palabras hirientes, ni la bajeza de nuestra indiferencia, esparcidas en el corazón de quienes se topen con nosotros. Que no sean esas las huellas que queden de nuestro paso. Saquemos lo mejor que tenemos, porque lo tenemos, y no tengamos miedo en ser bondadosos con el prójimo, porque no vamos a ser juzgados por lo que otros hicieron con nosotros, sino por lo que nosotros hicimos con los demás.

Las huellas que dejó la Virgen en la historia, han pasado de generación en generación. Su lección de humildad, de cercanía, de estar a los pies de la Cruz y, sin embargo, no dejar de creer en las promesas de Dios, de ser un río de alabanzas y de agradecimiento, de estar cerca de los pobres, de mediar continuamente ante Dios por nuestras necesidades, de ser el puente más seguro entre nosotros y su Hijo, de fe indestructible, de bienaventuranzas en medio de la sociedad permanecen intactas en nuestros días.

Por eso, al visitar el Santuario del Rocío, y encontrarnos frente a la sagrada imagen de la Reina de las marismas, podríamos reflexionar bajo su mirada qué tipo de huellas son las que nosotros estamos dejando, porque lo andado, andado está, pero lo que queda por andar puede ser siempre mejor, corrigiendo los pasos que no nos gustaron y teniendo clara la trayectoria de los que vamos a dar a partir de ahora.

Pidámosle a Ella que nuestras huellas sean dignas de ser tenidas en cuenta, y que por donde vayamos no sean borradas de inmediato, sino que hayan servido para algo.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es