Caminar en tiempos de crisis




En estos tiempos la palabra “crisis” se ha puesto de moda. Se ha hablado y se sigue hablando tanto de ella que, el que más y el que menos, ha huido sin medir las consecuencias.

Además, se ha convertido en la excusa más apropiada para salir airoso de situaciones embarazosas.

Hace un par de días, cuando salía de unos grandes almacenes, observé cómo una joven, (yo diría por sus rasgos, su expresión, que debía ser de Europa del Este), se acercó a un señor a pedirle limosna y recurrió a la crisis para quitársela de encima.

También muchos jefes se han quitado de encima a un buen número de trabajadores. Primero les dijeron que debían cobrar menos trabajando el mismo tiempo, pero cuando los empleados se negaron a ello, la crisis fue el mejor motivo que tuvieron sus jefes para enviarlos a “descansar”.

Sabemos que el miedo paraliza y a pesar de esta situación tan inquietante que parece haber alcanzado a todos los países, yo quiero abogar por la paz y la esperanza.

Una crisis solo nos vence si nosotros le damos permiso para que lo haga. Hay personas que han atravesado una crisis de fe y, por el vacío que deja, es la peor que se puede experimentar. Piensas que Dios no está de tu lado, que las oraciones ante tu imagen sagrada no sirven de nada, que te abandonaron en el peor momento, y así, entras en una especie de túnel, enrevesado como un interminable laberinto, del que piensas que nunca vas a salir.

Sabes perfectamente dónde está la luz, pero has apartado la fe de tu vida y la situación te lleva a vivir a oscuras. Y me reafirmo. Yo abogo por la paz y la esperanza. Porque para el que cree, todo es posible, y no hay crisis que no se pueda superar.

Cuando pienses que nada tiene sentido, cuando notes que el cansancio no te deje levantarte, salta, coge impulso. Verás cómo al saltar, las manos de la Virgen del Rocío te sujetarán en el aire para que no caigas.

Si dejas que te convenzan de que todo va mal, conseguirás que nada te vaya bien. Pero, si a pesar de todo, sigues creyendo en ti mismo y pones en Dios tu confianza, entonces, las puertas se abrirán y, en cada momento, por difícil que te parezca, irás descubriendo qué pasos has de ir dando para actuar acertadamente.

Un rociero no puede tener la crisis como excusa para no salir adelante. Si algo se aprende del Rocío, es a caminar por muy duros que sean los caminos.

Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es