Recordamos hoy, dentro de la selección de editoriales con motivo de nuestro 16 aniversario, una editorial del 2009.
Los actos vandálicos contra la Iglesia católica se siguen sucediendo y nadie hace absolutamente nada por evitarlos. Pintadas en las puertas y paredes de los templos, sagrarios ultrajados…
En febrero de 2009, publicábamos este editorial al hilo, precisamente, de un sagrario que fue ultrajado en una parroquia toledana y que hoy rescato del recuerdo, con la profunda esperanza de que estos hechos tan dolorosos dejen de ocurrir de una buena vez.
Hace unos días leía con indignación cómo en Toledo, en la Parroquia de Santa María de Benquerencia, ultrajaban el Sagrario, arrancándolo, sin motivo alguno, de la pared en la que se encontraba.
De inmediato la triste noticia se propagó entre muchos cristianos y Don Carmelo Borobia, Obispo Auxiliar de la Diócesis de Toledo, tras la celebración de una Santa Misa, ofrecida como acto de reparación, expuso el Santísimo Sacramento para adoración de los fieles desde las siete de la tarde hasta la medianoche.
El Sagrario no tenía valor económico alguno, pero tenía lo más valioso que para un creyente puede existir: el pan consagrado y, por tanto, convertido en Cuerpo de Jesús.
Desconozco qué intereses puede haber para llegar a hacer algo semejante, pero algo se nos muere por dentro a los cristianos cada vez que violan nuestros signos más sagrados.
Se me viene a la mente, así, de pronto, mientras escribo la editorial de hoy, aquella frase evangélica de Jesús dirigiéndose al soldado que se burlaba de él y le golpeaba en el rostro: “Si en algo te he ofendido, dime en qué fue y si no te ofendí, ¿por qué me pegas?”. Y yo misma, cuando con mi pensamiento, o mi actitud, creo estar golpeando con dureza el corazón de Jesucristo, me lo imagino haciéndome esa misma pregunta.
Es casi seguro que la persona o las personas que esto han hecho no lean jamás la editorial que hoy va a aparecer en un Periódico Rociero, pero como rociera me siento en la obligación de no quedarme quieta, como si no me incumbiera, porque me importa, y mucho. Me importa que no nos percatemos cuando pasamos por delante de un Sagrario, me importa que haya gente todavía que no sepa que la Eucaristía es el motor de nuestra Iglesia, me importa que algo que es Grande nos lo quieran reducir a la nada, porque no hay nada fuera de Dios. Me importa que la Virgen, que es el Sagrario más preciado del Pastorcito Divino, ahora tenga una nueva espina clavada en su pecho, sangrando tanto o más que si la hubieran intentando quitar a Ella del camarín desde el que nos protege, porque dicen, las que han pasado dolores de parto, que el mal que le hacen a un hijo de sus entrañas es lo más doloroso para una madre.
Y es que tengo un pellizco en el alma desde que conocí ésta noticia, que me parece estar escuchando la voz de la Virgen del Rocío, dirigiéndose a los que humillan una y otra vez el nombre de Jesús: “A ti te lo pregunto, y tú ¿por qué le pegas a mi Hijo?”.
Y ante tanta ofensa, Ella baja su mirada, Él simplemente responde con una sonrisa.
Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es








