martes, noviembre 12, 2024
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Entrevista a Manuel Díaz, Santero de la Virgen del Rocío

Hoy hemos tenido la suerte de hablar con uno de los Santeros del Santuario de la Patrona de Almonte, con la intención de desvelar muchos de sus sentimientos, de conocer algo más de la labor que realizan, de cómo se siente una persona siendo uno de los privilegiados de estar, a diario, tan cerca de la Señora.

Y nos ha abierto las puertas de la Sacristía y también las puertas de su corazón. Más que una entrevista hemos compartido momentos de espiritualidad, hemos sentido cómo se nos erizaba la piel al contacto con su palabra y sus testimonios. Hemos tenido, sin duda, el regalo de hablar un rato con alguien que está continuamente pendiente de la Madre de Dios.

Manuel Díaz Sánchez es uno de los Santeros de la Virgen. Con él hemos hablado y esto es lo que nos cuenta.

1.- Manuel, ¿desde cuándo es Santero del Santuario del Rocío?

Empecé a trabajar aquí en Junio de 1991. Mi función, entonces, era ayudar en la puerta, estuve de portero aquel verano.
Ese mismo año, cuando la Virgen se fue a Almonte, estuve sustituyendo a dos Santeros. Primero a Manuel Martínez que se puso mal, con problemas de espalda, y después a Diego Torres que cogió vacaciones. Así que, durante varios meses, en los años 91-92, trabajé como Santero en Almonte. Tenía solamente diecinueve años, imagínate.

2.- ¿Alguna vez soñó con ser Santero o nunca lo hubieras imaginado?

Yo creo que cualquier niño de Almonte juega con cosas relacionadas con el Rocío y también juega a ser Santero, como si fuera una de sus máximas aspiraciones. Cualquier niño que crece sintiendo el Rocío, sintiendo a la Virgen, es posible que sueñe o piense que algún día va a ser Santero.

En mi caso lo viví desde muy niño, era algo muy cercano a mí, porque en mi familia, la hermana de mi abuela fue esposa de un Santero. Su hijo también fue Santero hasta el año 80. Me viene de muy atrás. Un primo hermano de mi padre fue Santero y su padre era conocido como “Antonio el Santero” que fue toda una institución en el Rocío. Su mujer, Micaela del Pino, que también era muy conocida, era hermana de mi abuela. Fíjate que, en aquella época, el Santero no estaba permanentemente en el Santuario, como ahora. Antes, el Ayuntamiento le daba al Santero unas tierras, “la tierra del Santero” que la tuvo mi tío José Antonio Pino hasta hace muy poco tiempo. El Santero vivía de esa tierra y por la mañana se iba al campo a trabajar y Micaela, su mujer, era la que se quedaba al cuidado de la Virgen y de la Ermita. Si alguien venía le abría la puerta o el camarín… En fin, que sí lo había soñado.

3.- ¿Qué sintió cuando le ofrecieron el puesto de Santero definitivamente?

Pues mira, eso ocurrió en el año 1994. El anterior Santero, Manuel Martínez, se jubiló y la Hermandad Matriz ofreció la posibilidad de que la gente presentara su Currículum y yo presenté el mío y la Hermandad me eligió.
Ya había tenido la experiencia haciendo eso, sustituciones, alguna ayuda en momentos puntuales, pero cuando llegó ese momento, sinceramente, no te lo llegas a creer. Fue algo muy fuerte que no sabes si es verdad aunque te esté pasando.
Además, una persona que ya tiene una estabilidad, con la responsabilidad de una familia… Te planteas muchas cosas, porque éste trabajo es muy gratificante, y también muy sacrificado, exige mucha tensión y responsabilidad. Aquí estás fines de semana, festivos… Es precioso porque estás haciendo lo que más deseas, estar al lado de la Virgen, pero tiene otras vertientes que son las desconocidas y que implican todo eso.

4.- ¿Tú crees que la gente sabe realmente la función que tiene el Santero en la Ermita?

A veces somos personas un poco incomprendidas o nosotros, los santeros, nos tomamos nuestro trabajo como algo completamente particular y llega un momento en el que es difícil que exista una diferencia. Nosotros trabajamos veinticuatro horas seguidos, un día sí y dos no, pero el día que te toca estar en el Santuario lo haces el día entero. Mis niños vienen del colegio y vienen a verme aquí, porque aquí lo haces todo ese día: aquí desayunas, aquí comes, aquí cenas… En realidad es como si estuviera en mi casa y por eso, a veces, no se llega a comprender que queremos hacer las cosas excesivamente bien porque sentimos este trabajo, ya no solo como un trabajo, sino como algo muy nuestro y lo que sientes como muy tuyo te duele.

Aparte, nosotros somos trabajadores de la Hermandad y la Hermandad te marca unas pautas y los que damos la cara ante la gente somos nosotros y hay que estar siempre al pie del cañón.

5.- ¿Cuál es la función del Santero?

Según el diccionario el Santero es el encargado de un Santuario y nosotros somos una prolongación de la Hermandad dentro del Santuario. Por nosotros pasa, por ejemplo, todo el tema del mantenimiento, limpiadoras, si hay algo mal tenemos que conseguir de inmediato solucionarlo y, aparte, estamos encargados de la preparación de los cultos: todo tiene que estar impecable, los vasos sagrados, los enseres, las velas del Altar, los paños… Y, somos también encargados de la seguridad. Es decir, somos guardianes para que todo vaya bien, estando pendiente de cualquier incidencia que pueda ocurrir. Por lo tanto es una coordinación absoluta del Santuario.

6.- Manolo, ¿cómo son las veinticuatro horas de un Santero, desde que empieza hasta que termina la jornada?

De un día a otro, aunque te parezca increíble, es muy distinto. No hay un día igual a otro. Lo único en común pueden ser los horarios, la función en sí, pero te encuentras de todo y no da tiempo a aburrirte. Siempre hay algo nuevo. Mucha gente puede pensar que debe ser aburrido estar todo el día aquí metido, pero te puedo asegurar que para nada. Estás siempre ocupado. De cara al trabajo, normalmente siempre hay un electricista que debe cambiar alguna cosa, o los encargados de los extintores, o cosas que continuamente hay que limpiar, o cambios que hay que llevar a cabo de forma inmediata… Pero también hay ese ir y venir continuo de gente que diariamente viene a ver a la Virgen, o caras nuevas que llegan a rezarle y muchas cosas que tenemos la suerte de vivir los Santeros todos los días y, por supuesto, el estar con la Virgen del Rocío en todo momento, eso es lo más importante. Cuando no tienes algo que hacer y las cosas están más tranquilas, te pones a hablar con Ella que es la que nos hace compañía a nosotros y así no hay nadie que pueda aburrirse. Con Ella hablas, le comentas, le cuentas, lees en su presencia cosas sobre el Rocío…

7.- El hecho de estar tanto tiempo a su vera seguro que le ha permitido vivir más de una anécdota. ¿Qué es lo más curioso que se ha encontrado?

Pues si te digo la verdad, hay de todo. La devoción a la Virgen es impresionante, eso sí te lo puedo decir. No sé cuántas personas vienen a lo largo del año, yo creo que es imposible llevar la cuenta, millones probablemente y cada una viene de una forma distinta, eso también es cierto.
La anécdota, para mí, es el día a día. Desde el niño que da los primeros pasos en el Santuario, o con dos añitos los ves tirándole besos con la mano hasta la persona mayor que le reza en voz alta y le dice que no sabe si volverá a verla o no.
Lo que más me impresiona son las muestras de Fe por parte de la gente. Demostraciones increíbles que te dejan sin palabras.
También debo reconocer, que de un tiempo para acá, hay personas que sólo vienen a mirar, desgraciadamente. Vamos, que ven a la Virgen porque acompañan a alguien pero están deseando salir de aquí para la fiesta y se olvidan de lo más importante del Rocío que es Ella.

El otro día, por ejemplo, vino una señora, y se acercó a la reja y me preguntó por el cura, que no estaba en ese momento. Esta mujer lloraba que no le salían ni las palabras, hablaba muy despacito, casi no le salía la voz y era difícil incluso entender lo que decía. Le pregunté si podía ayudarla en algo y la vi tan mal que la hice pasar a la Sacristía. Entonces me contó que estaba indignada porque había ido al Rocío con una excursión y la gente con la que iba le decía que el Rocío solamente es un negocio, que viera a la Virgen rapidita, diera un vistazo al Santuario, pero después con tomar un café y dar una vuelta tendría más que suficiente y la señora lloraba porque no podía soportar el sufrimiento que le causaban aquellos comentarios.
Yo no sabía cómo consolarla, porque realmente la mujer estaba dolida pero mis palabras hacia ella fueron que no se preocupara por ese tipo de comentarios dañinos porque había entrado a ver a la Virgen con el corazón, entregándole lo que tenía adentro, pidiéndole y agradeciéndole y allí estaba Ella escuchándola y dispuesta a ayudarla. La señora se fue muy agradecida.

8.- Antes me contaba las continuas demostraciones de Fe que se viven ante la Virgen. ¿Cómo vive eso el Santero?

Eso te toca directamente. Cuando ves ciertas estampas de gente que viene de promesa, gente que se emociona, que notas que tiene que traer algo gordo… Eso para los que tenemos Fe, para los que intentamos que Dios y la Virgen sea el centro de nuestras vidas, es muy grande y quisiéramos darles todo el cariño del mundo a esas personas y lo que hiciera falta.

9.- Hay muchas letras dedicadas a los Santeros. Una de las más conocidas es aquella de “Pero llegando la hora ya no es santero ni es ná, cuando se acerca a la reja como un almonteño más”. Le hemos visto muchas veces alrededor del paso de la Virgen. ¿Deja de sentirse santero cuando Ella está de procesión?

Entre la gente de Almonte hay distinción. Tengo claro que cuando una persona se acerca a la Virgen sabiendo trabajar, sabiendo la devoción que tiene, su trayectoria, eso entre los demás almonteños se respeta. Y ahí es donde se crea ese “desorden organizado”. Esa organización la llevan entre manos cuatro personas, quien dice cuatro dice cuarenta o dice cuatrocientas, pero son personas que por lo que sea son muy respetadas.
Ahora, ese día soy uno más. Quizá como soy más alto, me preguntan muchas veces, “¿Ahora para donde vamos?, ¿Hemos ido ya a ese Simpecado?”. Me siento uno más porque soy uno más.

10.- Los Santeros ven llegar a personas de todo tipo. Entre estas personas se encuentran también los famosos que son auténticos devotos de la Virgen y también los que usan el Rocío para su propio interés. ¿Qué tal lleva eso?

A mí de eso me da mucha pena. Siento pena y lástima. Para cualquier cristiano la Virgen, que es nuestra Madre, es la Madre de Dios, es lo más grande que existe. Cuando se utiliza el Rocío para esas cosas, yo lo veo fatal porque se pierde el norte completamente.
A mí me ha llegado gente al Santuario y me ha preguntado directamente, “mire, ¿dónde está la casa de tal artista?”, (refiriéndose a personajes concretos) y siempre he respondido que no conozco a esa persona, pero puedo indicarle dónde está la casa de la Virgen y dónde está la Virgen. Creo que eso ha hecho mucho daño al Rocío y por eso me da pena porque aquí la importante es la Virgen.

11.- Manolo, ¿hay algo que usted recuerde especialmente? ¿Qué ha sido lo más bonito que le ha pasado en su trayectoria como Santero hasta el día de hoy?

Hay muchas cosas. Pero mira, un hecho muy especial para mí fue que uno de los mayores deseos de mi abuela era ver el camarín de la Virgen terminado. Ella nació en el Rocío en 1903 y se fue a Almonte cuando se casó, no recuerdo exactamente el año pero hacia el 1921-1923, más o menos. Toda su vida se llevó esperando ver a su Virgen en el camarín y siempre decía que se iba a morir y no lo iba a ver. Así que imagínate lo que fue para mí el momento de ver el deseo de mi abuela hecho realidad. Eso no lo podré olvidar nunca.
Recuerdo aquel día que tuve el privilegio, a puertas cerradas, cuando fueron a vestir a la Señora, de ser de los primeros testigos de ver a la Virgen en su camarín. Son de esas cosas especiales que vivimos los Santeros y eso no se te olvida.

12.- Muchas personas se acercan para pedirles a los Santeros que pasen medallitas o recuerdos por una prenda de la Virgen, pero ¿les piden a ustedes oraciones? ¿Al Santero se le pide oración?

Sí. Muchísimas veces. Desde amigos que me llaman por teléfono para decirme “reza por mí” hasta Sacerdotes que te dicen que los tengas presentes, y también personas a las que no conoces y te piden que reces por ellas.

13.- ¿Podría decirse que os convertís un poco en “confesores”?

Totalmente. Pienso que la Virgen del Rocío es una devoción muy particular. Desde el respeto que me merecen todas las Patronas de todos los lugares, la del Rocío no se puede comparar por la magnitud que tiene, por cómo se ha extendido… Solamente hay una Virgen del Rocío y solamente hay tres Santeros para Ella y uno de ellos soy yo y vivimos cosas impresionantes.

14.- ¿Qué le gusta más: la Virgen en el Santuario o la Virgen en Almonte?

Es completamente diferente. Pero mira, me encanta la Virgen en Almonte. Es el pueblo de la Virgen, aunque hay que recordar que la Aldea también es de Almonte, pero cuando la Virgen está allí, el pueblo se transforma totalmente. Hasta los niños, desde que son pequeñitos aprenden a llevar la cuenta y te dicen el tiempo que falta para que la Virgen vaya. Cada vez que pasa un año es uno menos para que la Virgen llegue a la Parroquia.
Desde el punto de vista del trabajo la Parroquia no tiene la infraestructura que tiene el Santuario, pero lo que conlleva que la Virgen del Rocío coja su camino para llegar a su pueblo, es una maravilla. A mí me encanta la Virgen en los dos sitios, pero en Almonte…El trasiego de los niños que van a verla antes de irse a su Colegio, los que van al Instituto, las personas que pasan por la Iglesia antes de trabajar, las mujeres que compran y se acercan a la Iglesia…

15.- ¿Se ha encontrado alguna vez con situaciones desagradables que no quisiera haber vivido en su trabajo?

Afortunadamente no me he encontrado con nada grave todavía, y ojalá que nunca pase nada.
Lo más desagradable que me ha tocado es cuando entra gente de forma irrespetuosa al Santuario y te tienes que acercar para pedirle, por favor, que se quiten la gorra o el sombrero. O en verano, cuando hay personas que intentan entrar en traje de baño y debemos recordarle que están en un lugar sagrado y a veces te encuentras con respuestas que no quisieras escuchar, porque hay gente para todo y para eso también estamos nosotros. Al Santuario no se puede entrar como si se estuviera en medio de una plaza, hablando en voz alta, o fumando, o sin saber estar y comportarse.

16.- ¿Se le olvida a la gente el lugar en el que está?

Pues sí, a veces sí. Y fíjate que se les olvidan más a las personas mayores que a los jóvenes. A cualquier joven te acercas y le llamas la atención por algún motivo y, normalmente, te piden disculpas y no pasa absolutamente nada. Pero hay muchas personas mayores a las que no les puedes decir nada. De todas formas, la mayoría de la gente, sabe lo que hay y sabe cómo actuar.

17.- ¿Estaría dispuesto a dar la vida por la imagen de la Virgen, si ocurriera algo grave?

No permita Dios que nunca ocurra nada hasta ese extremo. Pero para ser Santero, lo que está claro, es que tienes que amar esto muchísimo. Tienes que hacerlo muy tuyo. Yo lo sacrifico todo, mi vida, mi familia, por este trabajo, y no sólo yo, también mi familia.
Hay días, como el de Reyes, que si te toca trabajar, no te puedes ir con tus hijos a cualquier sitio, tienes que estar aquí. O la propia Romería, porque el trabajo de Santero me encanta, pero también me encanta el Rocío y no lo vivo como lo podría vivir cualquier otra persona, por la sencilla razón de que tengo que trabajar. Es un equilibrio grande el que debes mantener.
¿Daría mi vida?… A eso te puedo responder que alguna vez, de noche, ha sonado la alarma y he salido corriendo y en ese momento te vuelves ciego, no ves nada, estás dispuesto a chocarte con lo que sea. Habría que verse en esa situación que, no quiera Dios que nos veamos nunca ni yo ni ninguno de mis compañeros. Y la vida espiritual, por supuesto que la daría, se intenta por lo menos.

18.- ¿Cómo vive su familia, su mujer, sus hijos… esa familiaridad del Santero con la Virgen?

Mi niña tiene ocho años y mi niño cinco. Ellos lo ven como algo muy cercano. Los Santeros nos quedamos en una habitación a la que le decimos “el cuarto de guardia” y cuando ellos vienen del colegio se acercan a verme y se ponen, a lo mejor, a hacer sus deberes. El pequeño, Manuel, se quita sus zapatos y él sale a veces por la Sacristía exactamente igual que si estuviera en mi casa. Y siempre le tengo que advertir que no está en casa, que está en la Sacristía del Santuario. Son anécdotas simpáticas pero con las que puedes imaginarte hasta qué punto viven ellos que su padre sea Santero. Y mi hija, Ana, los primeros pasos que dio, cuando se soltó de la mano la primera vez fue dentro del Santuario, con eso te digo todo.

19.- ¿Has llegado a emocionarte hasta el punto de llorar por sentirte unido al sentimiento de alguna de las personas que aquí vienen?

Sí. A veces, sí. Y por momentos personales también. Ahora mismo estoy recordando a mi tío Mariano, una persona muy querida en Almonte que falleció. Aquel año fue duro para mí. Cuando se recogió la Virgen y mi tío no estaba lo pasé muy mal. En el presbiterio me encontré con un amigo suyo y en fin, son momentos que se quedan para uno.

Y otra más reciente fue hace poco. Vino una señora de un pueblo, no voy a decir su nombre, por respeto a ella. Su marido se me acercó y me contó que ella había tenido un accidente y que quería ver si podría tocar el manto de la Virgen. Entonces le dije que arriba no se podía subir, pero que tenía la saya y que se acercara para tocarla. Entonces él me señaló hacia donde se encontraba su mujer y estaba en silla de ruedas con secuelas muy tristes por culpa de aquel accidente. Me estuvo contando que se quedó dormida mientras conducía, el coche se salió de la carretera y quedó así. Yo le dije que volviera cuando fuera a cerrar el Santuario, para que pudieran subir al camarín. Y así lo hizo y cuando iba saliendo me dijo: “A ti nunca te va a pasar nada, porque Tú estás al lado de la Virgen” y me dejó sin palabras y me emocioné. Ella me dio las gracias por haberle permitido estar así de cerca de la Virgen y yo lo único que pude decirle fue que nosotros somos simples trabajadores, y que las gracias se las diera a Ella y me pensé en la suerte que tenemos de estar pendientes de la Virgen del Rocío. Si le hubiera dicho que no a ese hombre sé que le hubiera dado un hachazo y sentí muy dentro el sentimiento de esas personas. Lo único que tenía en ese momento esa señora era la Virgen.

Son excepciones muy puntuales que realizamos, pero qué fuerte es la devoción que se le tiene a la Virgen.

20.- ¿Te sueles encontrar a más gente agradecida que exigente o al contrario?

Son generalmente agradecidos.

21.- Manolo, por último, nos gustaría brindarte la posibilidad de que te dirijas a todos los lectores de Periódico Digital Rociero, que son más de siete mil cada día. ¿Qué podría decirle el Santero de la Virgen a todas esas personas que ahora mismo están pendientes de sus palabras?

Les diría que el Rocío es la Virgen. Que la Virgen es la Madre de Dios, que Ella es nuestra Madre, que acudamos a Ella, que Ella tiene que ser el centro de nuestras vidas, nuestro ideal a seguir, que nos tenemos que fijar en Ella y sólo en Ella, que lo debe ser todo para nosotros los rocieros. Si se considera de otra forma no tiene sentido venir al Rocío. En estos días que tenemos en los que nadie se rinde ante nadie, nosotros tenemos que rendirnos ante la Madre de Dios. Que nadie se acobarde de decir que somos rocieros y cristianos ante todo y que la Virgen nos va a ayudar a todos sus hijos, a toda la gente le da su ayuda.

También me gustaría aprovechar para compartir con ustedes una cosa que a mí me impresionó mucho y que le escuché a un Cura que vino a celebrar Misa al Santuario y se me quedó marcado. Es una historia muy bonita que ojalá le pueda servir a todos los lectores del Periódico Rociero. No sé si la llegaré a contar bien, pero a mí me impactó:

Una niña pidió a su madre un regalo por su cumpleaños. La niña quería una estampa de la Virgen. Entonces su madre le regaló una foto en la que aparecía una calavera y le dijo: “esto es lo que serás”. La niña no se esperaba aquello y le recordó que no era lo que le había pedido. “Mamá, esto no fue lo que te pedí”. Y su madre le respondió: “lo sé, pero tenlo en cuenta”. Más tarde la madre volvió con otro regalo para su hija y le entregó un espejo que tenía una inscripción a los pies: “esto es lo que eres”. Y la hija volvió a decirle: “Mamá, esto sigue sin ser lo que te pedí”. Su madre le respondió de nuevo: “lo sé, pero tenlo en cuenta”. Finalmente, la madre apareció con un tercer regalo y cuando la niña lo desenvolvió encontró una foto hermosísima de la Virgen y le dijo: “esto es lo que tienes que ser”.

Pues eso deseo para todos los rocieros, que Ella sea nuestro reflejo, nuestra imagen, que Ella sea lo que tenemos que ser.

También quiero daros las gracias y la enhorabuena por el trabajo tan bueno que realizáis en este Periódico que leo muchísimas veces. Muchas gracias.

Le damos las gracias, de todo corazón, a Don Manuel Díaz Sánchez, por el rato tan hermoso que nos ha hecho pasar abriéndonos el alma a nosotros, y a todos los lectores de Periódico Digital Rociero.
Personalmente, le doy las gracias por su disponibilidad hacia éste Medio y porque estoy convencida de que, en esos ratos que se queda a solas con la Virgen, todos estamos presentes.
Que la Virgen siga derramando sus Gracias sobre él y su familia y el Pastorcito Divino les otorgue las bendiciones que se merecen.

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