Aunque hoy es un día de silencio y oración, con las palabras que cada día dirijo a los lectores de periodicorociero.es – Periódico digital rociero, en esta editorial, me quiero acercar a la Virgen del Rocío y acompañarla en su dolor.
No es cuestión de hacer demasiado ruido. Ella conoce tanto nuestros ruidos y nuestros silencios, que hoy nos toca a nosotros contemplar el suyo, su silencio, que tanto dice.
Es difícil, y lo sé, que ante una imagen de gloria, seamos capaces de ir más allá sumiéndonos en el recuerdo del día que estamos viviendo, un sábado Santo que nos permite permanecer a la espera de la Resurrección del Señor, al que contemplamos yacente y al que, en las manos de la sagrada imagen de la Patrona de Almonte, vemos como un Pastorcito cercano y lleno de ternura.
A mí me ayuda, viéndolo así, a decirle a la Virgen que su espera es nuestra espera, y que sería todo un logro que, en medio de las batallas de la vida, fuéramos tan firmes en la esperanza como lo fue Ella cuando le arrebataron en una cruz al amor de su vida, al fruto de sus entrañas.
Hoy me sale acompañarla, sin mucha palabrería, con el silencio que Ella conoce mejor que nadie y que nunca está vacío.
La acompaño con un sentimiento extraño, mezcla de dolor y de alegría, por lo que supone el desgarro de su corazón por la muerte del Señor, y porque al mismo tiempo nos dice que nada está perdido, que Jesús regresa siempre, porque siempre es fiel a sus promesas.
Hoy es sábado Santo, el silencio clama la presencia del Señor, al que le abrimos las puertas para que vuelva a nosotros revestido de luz.
Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es