miércoles, mayo 14, 2025
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Confiar o no confiar

Si decidimos confiar estamos dando un paso al frente con todas sus consecuencias. Estamos optando por cerrar los ojos y fiarnos ciegamente de alguien en quien ponemos nuestra confianza.

Claro que no es tarea fácil. Confiar implica no dudar y sustituir con la fe nuestros temores. No es algo que se consiga en un momento, sino a base de compartir muchos momentos juntos, hablando o en silencio, pero compartiendo lo uno y lo otro.

Por eso, cuando decimos que confiamos en Dios, debería ser una afirmación fruto de haber pasado muchos momentos con Él, compartiéndole todo, las palabras y los silencios, lo malo y lo bueno. Porque confiar en el Señor es quedar con el amigo más especial que nadie pueda soñar tener. En Él no caben medias tintas ni mediocridades, es todo oídos para nosotros, y su Palabra es el amor hecho dulzura.

Confiar o no confiar está en nosotros. Él es paciente y no nos exige que confiemos en Él, nos espera con paciencia infinita, sin reprocharnos nuestra indiferencia ni nuestra lejanía. Así de grande es su misericordia.

También hay un modo de fortalecer nuestra confianza, de afianzar nuestros pasos hasta Él, para no perdernos en el camino, y no es otro que dejarnos llevar por la que supo entender que Él es el camino, la verdad y la vida. La Virgen es mediadora, intercesora, trampolín de nuestros corazones al corazón de Dios.

Su advocación de Rocío fertiliza nuestras almas con la Palabra de Jesús, nos rocía de sus abundantes gracias, porque su Rocío nos cubre como un manto de esperanza sin fin, liberando nuestros corazones de ataduras y permitiendo que gocemos de los frutos de poner nuestra confianza en sus manos, que son capaces de sostenerlo todo.

Francisca Durán Redondo

Directora de periodicorociero.es

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