Dios no se parece, ni mucho menos, al juez de la parábola. Dios conoce muy bien las injusticias que sufren los pobres y vulnerables, todos sus hijos e hijas. Y desde su misericordia, sale siempre en favor de todos nosotros.
El mensaje del evangelio es claro, por eso es buena noticia: Dios está de parte de los que no pueden defenderse. Esto choca tantas veces con la justicia del mundo, que parece favorecer más a los poderosos que a los débiles.
Por eso Jesús recuerda a sus discípulos, los de entonces y los de ahora, que debemos poner siempre nuestra confianza en el Padre, estar en comunión con Él y en la oración perseverante, experimentar así que nunca va a dejar de escucharnos, querernos y estar de nuestra parte.
Periódico rociero
Juan Carlos Cordero de la Hera / O.P