Cada día estamos más cerca del Lunes del Rocío. Todo lo que nos ronda la cabeza consigue enredarnos más todavía en la bendita Romería de Pentecostés y andamos con el corazón tocado sentimentalmente cuando escuchamos unas sevillanas, una frase que nos recuerda a la Virgen o una historia que vuelve a ser testimonio de la fuerza de su intercesión y del poder de Dios.
El poder de convocatoria de la Reina de las Marismas no tiene parangón. El imán de su corazón nos atrae diariamente, -yo lo siento así-, pero cuando quedan pocos días para que Ella sea el centro de las calles de su Aldea, el centro de las miradas, el centro de las Hermandades en su Fiesta del Espíritu Santo, entonces la Virgen trabaja día y noche, llamándonos cientos de veces, festejando anticipadamente un nuevo encuentro con Ella y con su Hijo y parece que nos dice: “¡qué ganitas tengo de verte!”.
Da igual qué cosas esté haciendo, pero se empeña en hacerse presente en todas: en los papeles, donde de pronto aparece alguna nota con algo que no debo olvidar y que, para no variar, tiene que ver con el Rocío; en las conversaciones en las que siempre termina Ella como el tema más importante, en los pensamientos de los que no se va nunca y quiera Dios que así sea hasta el último de mis días, en la llamada telefónica de algún amigo o amiga que me dice que estemos unidos en la oración hasta la hora anhelada, en el abrazo de mi madre, en el cariño de mi hermano, en la sonrisa de la gente, en la pasión por mi trabajo en el que creo con todas las fuerzas de mi corazón, en la vida que es una auténtica gozada, en la respiración, en el aire, en el cielo, en el móvil, en el coche o en lo más simple que pueda pasar por delante de mis ojos; no sé cómo me las apaño para que siempre acabe viendo el paso de la Virgen del Rocío por los acontecimientos cotidianos.
Queda poco para el Rocío, ¿no lo habéis notado? ¿No os ha parecido oler a tomillo o romero cuando habéis abierto la ventana? ¿No sentís a lo lejos sonar la flauta y el tamboril? ¿No os habéis despertado sintiendo deseos de acercaros a la Ermita para verla?
Porque conforme se acerca el momento más intenso se vuelven los recuerdos, los anhelos y más trabaja la imaginación para que los sueños tengan vida y el de estar a su lado, un nuevo Lunes de Pentecostés, el día más grande para un rociero, vuelva a hacerse realidad.
Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es