La vida nos da continuamente nuevas oportunidades. Siempre hay algo o alguien por quien seguir luchando. La propia vida ya es motivo suficiente para ello.
Cada día podríamos llenarnos el alma de optimismo, afirmando que tenemos la ocasión de reconstruir lo deteriorado, de trabajar con las limitaciones y afianzarnos en los dones que hemos recibido, aceptándolos como don y reconociéndolos con gratitud profunda.
Lo fácil es abandonar, lo difícil seguir luchando, pero no existe ninguna lucha que, habiéndose peleado con herramientas de Amor, no tenga recompensas gratificantes.
Puede que sientas que a tu alrededor todo se ennegrece. Piensas que hay un agujero negro delante de tus ojos y has olvidado mirar a los lados, centras tu mirada en la oscuridad que, para colmo, hay quien se alegra de recordarte, como si te llevara de la mano al precipicio. Y no es malo que lo mires, pero si lo haces, hazlo solamente para apartarte de él y para ayudar a otros a no tomar ese camino.
Déjate invadir por la energía del Amor que es la única que todo lo renueva.
Podría ser un buen lema para toda la semana, porque a fuerza de repetirlo también se convertirá en una práctica y acabarás sucumbiendo a los beneficios que sólo el Amor reporta a quien le abre las puertas.
Aparta de ti lo contrario a ese regalo: desecha el rencor, rompe tus relaciones con la mediocridad, expulsa de tu corazón la crítica, no consientas que nadie te doblegue con comentarios dolorosos hacia tu persona o hacia los demás, libérate de escuchar continuamente a aquellos que sólo ven en ti algo que reprocharte, espanta con todas tus fuerzas a la pereza y la desgana de seguir caminando… ¿Te parecen pocas herramientas para trabajar en la fábrica del Amor?
Ábrele las puertas al perdón, actúa en consecuencia con tus principios y tus valores, construye con tu palabra y tu ejemplo un mundo mejor, fomenta lo positivo de ti mismo y de tu prójimo, aprende a descubrir lo que vales, anímate, sigue andando…
Y no olvides que hay una ermita presidiendo paisajes marismeños desde donde te guían los ojos de la Virgen del Rocío.
Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es