martes, febrero 18, 2025
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Hoy y siempre mi alabanza a ti

Si tuviera que enumerar uno a uno todos los regalos que me has hecho a lo largo de los años que hoy cumplo, faltarían hojas, libros, foros… Porque ha sido tanto que, hasta de los momentos menos agradables me has hecho descubrir algo bueno.

No tengo palabras para daros las gracias, Señor, Madre mía. He aprendido a oír hablar de los dos desde antes de tener uso de razón. ¡Cuánto me ha servido tener un hogar cristiano, unos padres tan amorosos como los que me has dado, un hermano tan bondadoso al que quiero con locura, y unos amigos tan de veras a los que no cambiaría por nada del mundo!

Escogiste bien la fecha de mi nacimiento: sólo dos días antes de que recordáramos que Tú habías nacido, Señor.

Mi madre daba a luz cuando la tuya estaba a punto de hacerlo, por eso la Virgen estuvo tan presente cuando yo nací, prestándole a mi madre sus manos y a mí su manto para taparme tan pronto como abandonara el seno que me alimentó durante nueve meses.

¡Cómo no iba a querer al Pastorcito si las primeras canciones que escuché llevaban música navideña, y todo estaba envuelto con el Espíritu del Amor que llevamos tan adentro y que deberíamos conservar para cada día del año!

No tengo nada que reprocharte, Señor, al contrario. Quisiera pedirte perdón por las cientos de veces que me he enfadado contigo, preguntándote y preguntándome a mí misma si verdaderamente la Fe servía de algo, si creer en Ti tenía algún sentido. ¡Qué sería de mí si hubiera dejado de hacerlo!

Por eso, hoy, quiero dejar aquí, en mi editorial, mi acción de gracias para Ti y para Ella. Los dos habéis sido, sin ningún tipo de duda, los grandes protagonistas de mi historia que, espero, se siga escribiendo a la luz de tu Palabra y bajo el cobijo de su Manto.

Gracias por haberme dado la vida, por haber vivido hasta hoy y por vivir hasta que Tú quieras.

Gracias por mi padre al que sigo teniendo presente cada momento, al que extraño un día y otro y, en especial, cada vez que llega el 22 de diciembre y sigue suspendido en el aire el primer beso que recibo en mi cumpleaños. Por sus frases que permanecen zumbando en los oídos del alma. Por su cariño del que mi corazón está impregnado…

Gracias por mi madre a la que siempre digo, le debo mucho más que la vida. Mi gran apoyo, mi consuelo, mi comprensión, la que sufre más que yo misma con mis traspiés y disfruta, más que si fueran de ella, con mis triunfos.

Gracias por mi hermano al que estoy tremendamente agradecida, al que admiro por su nobleza, su generosidad y porque en él tengo una fuente de valores de la que siempre aprendo algo.

Gracias por mi sobrino, la alegría de mi casa, por su sonrisa que tengo grabada en el alma y sellada en mi corazón y a la que recurro para recordar siempre la ternura con la que me extiende sus bracitos.

Gracias por mi familia.

Gracias por mis amigos, que hacen suyos mis sufrimientos y celebran mis alegrías, los que están conmigo incluso más que yo con ellos.

Gracias porque me indicaron el camino que lleva al Rocío, por haber nacido rociera, por las alegrías y la riqueza interior que me aporta ser hija de tan inigualable Madre. Porque Ella es para mí como el aire y, si me faltara, no me cabe duda de que llegaría a morir sin su consuelo.

Si has de darme más años, los recibiré igual o más agradecida que hoy. No te olvides de los que te necesitan y a mí, mírame cada día un poquito más, para que no me falte luz en mi camino, ni en mi hogar, ni en mi trabajo, ni en cada lugar en donde me encuentre.

Gracias, Pastorcito Divino, mi Señor, mi Salvador, mi Mesías…

Gracias, Madre mía del Rocío, mi Madre, mi Amiga, mi Pastora y mi Reina…

Francisca Durán Redondo

Directora de periodicorociero.es

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