viernes, abril 25, 2025
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Lucero que alumbra mis noches…

Parafraseando el conocido y recordado himno de la conmemoración del centenario de la coronación canónica de la Virgen del Rocío, que compuso tan acertadamente Rafa Serna, antes de partir para las marismas del cielo, he querido usar el título del editorial de hoy así: “Lucero que alumbra mis noches”.

No puedo encontrar mejor frase para expresar lo que siento en mi corazón y lo que, como yo, la mayoría de los rocieros sentimos cuando vamos a la Virgen, cuando necesitamos su protección de forma más especial y le suplicamos su ayuda y su ternura.

Porque es así, tal cual lo cantamos en el himno, Ella es lucero que alumbra mis noches, del mismo modo que es fuego en los días con sol, iluminándolo todo con la alegría de su presencia.

Ella es lucero siempre parpadeando en el alma. Sin importar si hace más o menos luz, si las sombras intentan oscurecerlo todo o la claridad viene a invadir el ánimo. Siempre parpadea para que no perdamos de vista su intercesión y su protección.

Y lo alumbra todo, la noche como el día, el fracaso y el triunfo, la pobreza y la abundancia. Está ahí, sin más. Está a nuestro lado y de nuestro lado, a nuestro favor y acercándonos el favor de Dios.

Su Rocío de consuelo y esperanza nos tiene las manos tendidas, para ayudarnos a no caer y para levantarnos si caemos al suelo.

Ella es lucero que alumbra mis noches, claro que sí. Porque también las he tenido pero solo me fijé en el parpadeo con el que me seguía diciendo: “Mira aquí, soy yo”. Y no dudé y me aferré a su luz que pudo con el peso oscuro que me abrumaba. Se quedó como una candela encendida y, para que no me quemara, dejó las brasas y su rescoldo para que nunca llegara a pasar frío, y siempre sintiera el calor de sus bendiciones, la fuerza que me sale de las entrañas cuando digo su nombre, y el alivio que aligera mis cargas cuando lo pongo todo en sus manos con confianza.

Ella me abre a los planes de Dios, que son siempre mejores que los míos, me enfrenta a desafíos que se convierten en retos superados y, de su mano, y bajo sus ojos, yo solamente camino, sin dudar, con fe. Porque la siento parpadear dentro de mí y encenderlo todo con la impagable presencia de su amor infinito.

Francisca Durán Redondo

Directora de periodicorociero.es

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