Tiene cierto encanto y, a la vez, algo de misterioso, pensar que cada vez que escribo un editorial lo estoy haciendo para alguien a quien ni conozco. Puede que muchos de los que me leen sean familia, amigos, conocidos… Pero a tenor de las miles de visitas que recibe periodicorociero.es – Periódico digital rociero cada día, está claro que son más aun aquellos a los que no he tenido el placer de conocer.
¿Quién serás tú? –me preguntaba hoy-, cuando me senté a escribir de nuevo. Y a pesar de que no nos conozcamos personalmente, de que no nos hayamos visto jamás en la vida, o incluso de que hayamos podido coincidir sin saber quiénes éramos ni uno ni otro, estoy convencida de que existe un nexo de unión entre nosotros; existe un camino espiritual que puede ser el mismo o puede ser distinto, pero que nos conduce al mismo lugar al que acudimos buscando la paz en la imagen de la Virgen del Rocío.
Sin saber quién puedes ser, te imagino pensando en Ella, comenzando este día sin rumbo fijo, o tal vez con un plan previsto para llegar un poquito más lejos. Te imagino despertando, como hago yo, y buscando la medalla o la estampa de la Virgen a la que diriges tu mirada, a la que seguramente no dices nada con palabras pero sí le hablas con el pensamiento: “A ver qué tal hoy, Madre mía”. Te imagino asustado, porque no sabes por dónde tirar de todo lo que tienes encima, pero a la vez con la llamita de la fe asomando por algún rincón de tu alma para que no te quedes sin luz. Te imagino esperanzado, con un sinfín de cosas por hacer, pero con la certeza de que podrás hacerlo, tarde o temprano, con su ayuda. Te imagino en un hospital, a punto de entrar en la prueba que estabas esperando hacerte, o en la cola de un banco a ver cómo arreglas el tema de la deuda que te tiene sin sueño, o acompañando a un enfermo para que se le hagan más cortas las horas y tenga a quién decirle cuáles son sus dolores.
Te imagino en el trabajo, en la puerta de la oficina de empleo aguardando que llegue tu turno, o en la entrevista para la que te citaron después de haber entregado no sé cuántos currículum vitae. Te imagino a punto de tener un hijo o ansioso por recibir la noticia de que por fin lo engendraste. Te imagino en paz y armonía y te imagino con una mente imparable que no para de darle vueltas a cosas que, quizá, no tengan tanta importancia como para que te atormenten de esa manera. Te imagino deseoso de reconciliarte con los tuyos o incapaz de dar un paso por culpa de tu orgullo.
Y lo sé, sé que estás dentro de lo que he imaginado. Por eso, puede que no sepa quién eres, pero sé que escribo para ti; para ti, que sigues teniendo a la Virgen como guía de tus pasos, como ejemplo para tu vida, como meta de tu camino.
Gracias por leerme. Deseo de corazón que te vaya bien, que encuentres lo que estás buscando, que abunden puertas que se te abran de par en par y que tengas acierto en las decisiones que tomes, que avances hacia tus sueños sin apartarte de Dios, que es el único que puede ayudarte a conseguirlos, y que seas feliz. Seas quien seas, estés donde estés, sé feliz y que tu felicidad contagie a otros y los llene de abundantes paz y bien, tanto como el que recibes cada vez que te pierdes en la mirada de la Virgen del Rocío.
Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es