Celebramos hoy el día de los Santos Inocentes para conmemorar la matanza de niños menores de dos años en Belén de Judea, que ordenó el Rey Herodes al enterarse de que había nacido el Rey de Reyes.
Quisiera recordar hoy a todos los niños a los que roban su inocencia, sufren malos tratos, abusos y aberraciones por parte de personas sin escrúpulos, insensibles al dolor, al sufrimiento y al horror de estos menores. También aquellos que te brindan su sonrisa a pesar de estar al borde de la muerte por culpa del hambre y la miseria. A los que no necesitan un Rey que ordenen que les mate porque ya la sociedad se encargó de ponerlos en la guillotina, olvidándose de ellos y haciendo caso omiso a sus manos abiertas que esperan alguna limosna de algún ser generoso de los que todavía quedan en este planeta.
Traigo a mi editorial a los que no son protagonistas en concursos de villancicos de colegios, hermandades ni instituciones. Son sencillamente los retirados del mundo, los olvidados, los que por no tener no tienen ni agua potable. Esos que buscan en la basura la comida que nos sobró o que incluso llegamos a tirar caducada, sin abrirla si quiera.
Pienso en los niños que viven asustados por sus propios compañeros, por los que pasan por humillaciones y son capaces de aguantarlas para que no los sometan a males mayores. También en los que se convierten en moneda de cambio entre sus padres cuando se separan o se divorcian y son acribillados con comentarios hirientes hacia un lado u otro y viven como un castigo no tener derecho a equilibrar su balanza de amor paterno y materno.
No puedo olvidar hoy a los niños que tienen enfermedades graves y han hecho del hospital la salita de su casa. A los que no tendrán juguetes porque sus padres se quedaron en paro, perdieron su empresa o se les acabó el desempleo y la “ayuda”. Ni a los que siguen sin escolarizar, ni a los que son explotados para pedir por las calles, ni a los que son preparados para la guerra cuando no tienen fuerza para sujetar el fusil…
Tantos inocentes murieron y tantos inocentes están muertos en vida que hoy, Virgen del Rocío, quiero ponerlos a todos en tus manos, para que los lleves igual que llevas al Pastorcito Divino y los conduzcas a tu redil para que vivan un mundo de amor, de justicia y de paz verdadera.
Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es
