Hace unos días recibí un correo en el que pedían que este Periódico, a través de un artículo o dedicándole el editorial de un día, se pronunciara al respecto del mal trato que reciben los animales en el Rocío, refiriéndose a los mulos y caballos, especialmente.
…Lo tengo difícil porque, independientemente de que es una realidad que muchas personas maltratan físicamente a éstos, no por ello se puede generalizar para que un titular meta a todos en el mismo saco y se concluya que en el Rocío esto ocurra siempre.
Donde van tantos miles de personas es complicado que todo el mundo actúe a gusto de la mayoría. Y digo la mayoría porque es una porción muy pequeña la que cada año deja alguna escena de maltrato animal, aunque desgraciadamente son estas las que más se intenten destacar para continuar ese acoso y derribo que se pretende hacia todo lo religioso.
He nacido en una tierra que tiene verdadera pasión por el caballo. Sería raro ver a un jerezano o a una jerezana maltratando a uno de ellos. He visto a gente dedicarles más tiempo de lo que se dedican a sí mismos. Conozco a personas que por su profesión tienen un vínculo diario con estos animales, se convierten en amigos y lloran y sufren cuando les ven sufrir.
No estoy de acuerdo con el maltrato animal. Lo veo una canallada y una injusticia tremenda, ni puedo soportar que se cansen a los animales hasta que caen rendidos al suelo y algunos, incluso, lleguen a perder la vida de esta manera, pero tampoco estoy de acuerdo con que se generalice de manera cruel o se tache de maltratador a todo el que lleva un caballo al Rocío. Cada cosa en su sitio porque cada persona es un mundo, imagínense cuántos mundos acuden al mismo lugar y cuántos pensamientos distintos se dan cita en el mismo paraje. La corriente más fuerte es precisamente la que desemboca en el Santuario, pero el crítico no siente interés por el movimiento que genera la Fe, la emoción, el sentimiento del alma, la confianza en la Virgen… El crítico busca la mota de polvo donde abunda el brillo.
Me parece increíble que las redes sociales distribuyan casi a diario eventos y mensajes en contra del maltrato animal y sin embargo no se distribuyan masivamente campañas a favor de la vida, ni en contra de la violencia de género, ni en contra del narcotráfico, ni en contra del maltrato de los alumnos a los profesores, ni en contra de la falta de respeto de los hijos a los padres o de los padres a los hijos, ni en contra de la violencia en cualquiera de sus formas, fruto de una sociedad que va nadando sin saber adónde porque siente que se ahoga sin valores y sin una Fe que se empeñan en arrancarle. ¿No les parece contradictorio?
Maltratar es hacer daño, causar dolor y yo estoy en contra de todo aquello que pueda hacer daño a la creación de Dios, empezando por el ser humano que es su obra predilecta y, curiosamente, la peor tratada.
Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es