Tengo la gratísima fortuna de conocer a muchos de los hermanos mayores de las Hermandades del Rocío. Cada uno de ellos tiene su forma particular de trabajar y de invitar a los demás a que lo hagan. Como diría un conocido dicho: <i>“Cada maestrillo tiene su librillo”.
De algunos me quedo siempre sorprendida por sus capacidades organizativas, por la formación que aportan también a las Juntas de Gobierno, por esa especie de “capote” que han de manejar muchísimo mejor que las principales figuras del toreo.
No todos son iguales, sería injusto que para ser Hermano Mayor tuvieran que ser fotocopias unos de otros. ¡Y gracias a Dios que no son iguales!, porque eso nos facilita a los hermanos a contemplar los variados matices y dones que pueden ofrecer diferentes personas y que, entre todas, van completando para gloria de nuestras hermandades.
Lo que más me ha calado de algunos de ellos es, sin lugar a dudas, su sencillez. Ese gesto amable que ofrecen a los que se le acercan, la simpatía con la que se comunican con sus hermanos, el cariño con el que te hablan de la Virgen y del Pastorcito, y la ilusión contagiosa de todo lo que hay que hacer por la Hermandad. Todo les parece poco, pero además tienen el don de ser auténticos servidores, delegan en los demás y les permiten sentirse útiles y parte indispensable de cuanto haya que realizar. Son incapaces de organizar algo para unos pocos, porque se sienten en la obligación y el deber de que cada hermano esté presente en cada invitación de la Hermandad. Es raro que se les vaya un detalle de dejar a alguien fuera, aparte, aislado… Porque tratan a todos por igual.
Por algunos, que no nombro para que nadie se sienta molesto si no es nombrado, siento profunda admiración. Evidentemente son los que más desapercibidos pasan, pero ese es el síntoma inequívoco de que están en el buen camino, porque son conscientes de que la responsabilidad que les cae al asumir tan importante cargo, no es otra que la de ayudar a caminar a los hermanos y para nada la de figurar como el que más manda.
Creo que no es nada fácil ser Presidente o Hermano Mayor de una Hermandad del Rocío. (En la Provincia de Huelva, sobre todo, y en algunos puntos de la provincia de Sevilla, el cargo de Presidente equivale en la Provincia de Cádiz al de Hermano Mayor). Pero menos fácil es todavía serlo y conseguir que llueva a gustos de todos, que no se reciba alguna crítica o ingratitud por excelente que sea el trabajo que se realice.
Hoy quiero que el editorial de Periódico Rociero sirva de homenaje a todos ellos, deseándoles que, no solo los días que se avecinan de cultos, pregones, preparativos y numerosos actos, ni para la romería que pronto volverá a estar a la vuelta de la esquina, sino para cada día, lo mejor de lo mejor y las bendiciones de Dios para que todo les salga de maravilla, que seguro recibirán de las mismas manos de la Virgen del Rocío.
Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es